Apostó Dios por unos hijos que le fueran fieles, pero las cosas no fueron como fue su designio original. Su mismo amor le hizo la peor jugada de todas, pues aquél al que había amado tanto y al que su amor lo hizo crear totalmente libre para que se mantuviera por decisión propia junto a Él, sin coacciones ni obligaciones, decidió un camino diverso... Y se alejó de Él. Le fue infiel, y con eso atrajo la peor de las desgracias para sí mismo, con la natural decepción divina. La reacción primera hubiera sido la más natural: "Si no quieres estar conmigo, y ya que yo te creé para eso, simplemente no seguirás existiendo..." Punto... Pero Dios demuestra que no sólo es Todopoderoso, Infinito, Omnisciente, sino que tiene una cualidad que nos lo hace muy cercano: Es Padre. Y cualquier padre que ama de verdad -ya hemos visto que Dios lo hace por encima de cualquier amor que conozcamos-, da segundas, terceras y todas las oportunidades, tiene siempre la esperanza del cambio, guarda en lo mas íntimo la esperanza de que aquel al que ama, su hijo, se decida por un camino diverso al que lo lleva a su perdición. Por eso, una y otra vez lo llama, lo acoge, lo perdona, lo abraza, lo recibe en su casa... Al extremo de que, en el último bastión de su amor guarda la mejor de sus jugadas: La de la entrega de su único Hijo engendrado, no creado como nosotros... A los que nos hizo hijos, designa salvarlos con su Hijo único... Su amor por los hombres -y por extensión, el de su Hijo-, es tan grande, que es capaz de donarlo para rescatarlos... ¡Y lo hace!
Ese Padre no es sólo Creador. Es Sustentador y Providente, pues no dejó al hombre a su suerte en el mundo, sino que proveyó todo lo que necesitaba para tener una existencia holgada. Y fue más allá, pues se convirtió en un amor Redentor, de Satisfacción, dando al pecado solución con la propia vida de su Hijo... No existe amor mayor: "Nadie ama tanto como el que da la vida por sus amigos". Es lo que hace Jesús...
Pero el amor del Padre no es para seres individuales. Más aún la creación misma no lo fue así tampoco. "No es bueno que el hombre esté solo", sentenció Dios mismo en la creación. "Hagámosle un apoyo adecuado"... Los hombres hemos sido creados seres comunitarios esencialmente. Cuando rezamos el Padrenuestro lo afirmamos rotundamente. Somos hermanos por esencia. La oración, de no ser así, hubiera sido enseñada por Jesús: "Padre mío, que estás en el cielo". Y no fue así. Es Padre Nuestro. Tuyo, mío y de todos. Por eso nuestra naturaleza jamás será completa si no la asumimos en solidaridad con todos... No somos seres aislados unos de otros, no somos individuos. Somos comunidad. Y la suerte de uno solo es la suerte de todos. Si uno ríe, todos estamos felices con él. Si uno sufre, todos lloramos con él. Si uno necesita, todos debemos aportar para auxiliarlo... Si esto no lo vivimos así, no tiene sentido que oremos con el Padrenuestro como lo hacemos. Deberíamos quietar el "nuestro" y exacerbar nuestro egoísmo diciendo "mío"...
El rezar el Padrenuestro con una conciencia enferma, en la que de ninguna manera nos sentimos hermanos unos de otros, lo hace ineficaz... Las peticiones que en él hacemos no tienen sentido, si en la base estamos colocando una falsedad. No sentirnos hermanos es el peor daño que nos hacemos nosotros mismos, pues hacemos de las peticiones del Padrenuestro falsedades, al colocarlas sobre bases falsas... Por no sentirnos hermanos, como en realidad somos, hace que el mundo sea un sitio desagradable, en el que imperan los odios, las reticencias, las suspicacias, los rencores. Llegamos al extremo de querer eliminar al otro y por ello, las muertes, las heridas, las esclavitudes, las torturas... Por eso las carreras armamentistas. Por eso colocamos la ideología por encima de lo verdaderamente humano... No es posible que no hagamos real la oración del Padrenuestro desde su primera frase. Tenemos que esforzarnos por sentir a nuestro Dios verdadero Padre, y a los demás hombres verdaderos hermanos. Sólo así la vida tendrá sentido y estaremos recibiendo del amor del Padre todo lo que le pedimos en la oración...
Esa oración, que es la enseñanza directa de Jesús, debe producir el efecto que toda palabra salida de su boca produce: "Mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo". Él mismo es la Palabra que pronuncia Dios sobre la humanidad, para hacernos a todos hermanos. Y quiere producir el efecto de hacernos verdaderos hijos de Dios y verdaderos hermanos entre nosotros. Que nuestro corazón se ponga en esa misma línea. Que queramos ser hijos del Padre y hermanos de todos...
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