Dios es el Dios de las oportunidades. Si no fuera así, ya todo lo creado hubiera dejado de existir... Por un decreto amoroso suyo existe todo lo creado, y en medio de todo, el hombre. Su plan para la creación es que todo estuviera a sus pies, no sometido, sino viviendo la felicidad que sólo en Él se encuentra. Colocó en el hombre el deseo de lo infinito, de modo que sólo lo infinito satisficiera sus ansias. Eso significa que sólo Dios sería esa satisfacción, por cuanto Él es el único infinito. Es plan establecía que el hombre se mantuviera siempre "bebiendo" de la fuente de la compensación plena para que pudiera vivir en esa plenitud para la que fue creado... En su designio amoroso, la meta final de la creación es el estar en la presencia eterna del Dios del Amor, en la armonía absoluta, en la paz sin obstáculos, en la justicia sin fin, en la vivencia sin declive del amor, eternamente... Era un plan perfecto, por cuanto fue diseñado todo para el bien de lo creado. Dios no necesita de un plan para ser feliz, pues Él es la Felicidad máxima. Todo en Él es armonía y paz. Su vivencia "natural" es la del amor eterno...
El hombre, en su ofuscamiento, destruyó la perfección de ese plan. Se dejó cortejar y conquistar por las ideas de la tentación absurda de ser como Dios, y esa fue su perdición... Es imposible ser como Dios, pues "no cabe" otro ser similar en medio de todo lo que existe. Una de las características propias de Dios es la de la Unidad. Dios es Uno, y no hay uno más como Él. No puede haberlo. Una condición para reconocer a Dios como existente es que es uno solo, y que no hay otro. Más aún, reconocer que es imposible que exista otro más, pues es metafísicamente imposible. No pueden haber dos creadores, dos sustentadores, dos jueces, dos amores, dos compasiones... O es uno solo, o no es ninguno. El absurdo del hombre es que creyó posible que así fuera, queriendo él erigirse en "el segundo dios". Y lo intentó realmente. "Serán como Dios", le dijo la serpiente, y él se fue por ese barranco...
Desde ese momento, la tentación es continua. Los hombres pretendemos hacernos dioses, desechando la idea y la existencia del único Dios. Y cuando no nos hacemos a nosotros mismos dioses, cometemos una torpeza mayor, haciendo dioses de las coas que son creadas, incluso de aquellas que son inferiores a nosotros. Por eso, idolatramos las riquezas, nos rendimos ante el poder, servimos al placer... Es la historia más absurda de la propia destrucción. En lo más íntimo sabemos que la felicidad está en otra ruta, pero nos empeñamos en seguir probando otras diversas en las cuales nos embotellamos y nos frustramos...
Pero, hemos dicho que Dios es el Dios de las oportunidades. Sabiendo lo insistentes que somos, Él se lo hace aún más... Insiste una y otra vez en darnos oportunidades, porque así es el amor. El amor insiste e insiste. El amor no se cansa. El amor es terco en el bien. Y Dios, que es el Amor, es el prototipo del amor terco... Y por eso abre nuevas rutas siempre, ofrece nuevas ocasiones de conversión. Sabe que en algún momento un corazón dócil se deberá rendir ante tantas evidencias de querer sólo el bien para el hombre. En Jesús abrió la ruta más expedita para que nos llegara rauda la oportunidad mejor... "Que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos", dice a Nínive a través de Jonás...
Vale la pena escuchar a Dios. Escucharlo es retomar el camino de la plenitud, es retornar a la casa que hemos abandonado, es recuperar todos los bienes que Dios nos da con su amor y su providencia, es poder de nuevo estar a sus pies recibiendo todos los beneficios y la compensaciones, es sentir que ese es el sitio del cual no hemos debido salir jamás, es convencerse de que no existe mejor lugar que el corazón de Dios que se derrama en amor y ternura hacia el hombre, es alcanzar el punto en el cual todos somos realmente hermanos y vivimos en paz y justicia... No escucharlo es atraer la desgracia del vacío total, es quedarse con nada pues Dios lo es todo, es dejarse llevar por los afectos negativos hacia los demás, es establecer siempre una competencia angustiante con los que pretenden ser también "dioses", es dejarse esclavizar por la criatura inferior, es llenarse de insatisfacción pues en las cosas jamas tendremos la plenitud anhelada... No convertirse al Amor es la tragedia que podemos vivir. Con ello, abrimos la puerta a la destrucción del hermano, al odio asesino, al establecimiento de un régimen de fuerza en el que sólo el poderoso tendrá opciones, al empeño de esclavizar a los débiles para que nos sirvan de apoyo en nuestras tropelías... Es la humillación de la humanidad. Es la destrucción de todo lo bueno que Dios quiere para el jo¡¡hombre y para toda la creación...
El signo de que eso es lo que Dios quiere es Jesús. Es el que ya dio a los hombres en Jonás, recluido por tres días en el vientre del pez gigante, como después Jesús estuvo escondido en la oscuridad del sepulcro. La tierra lo había engullido, pero no fue lo suficientemente poderosa para retenerlo allí. Como el pez vomitó a Jonás, la tierra dejó salir a la Vida, al Amor, a la Salvación, a la Esperanza, a la Paz, a la Justicia... Jesús resurgió de esa oscuridad para ser la Luz de las Naciones, su Paz y su Justicia... Ese signo es el que hemos recibido todos. Debemos entender que es el signo que nos dice que Dios sigue dándonos oportunidades para ser felices en su plenitud, en esa plenitud que sólo Él nos puede dar... Es la manera de asegurar que el plan llegue a buen término. Que todos podamos llegar a vivir eternamente en ese amor que es el de Dios y que Él quiere que sea nuestro...
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