1ª Estación:
Jesús condenado a muerte
Terrible itinerario te encomienda el Amor,
Aquel al que Dios Padre al mundo te donó,
Faltaba la Corona, faltaba la traición,
Del hombre envilecido, de duro corazón.
Te juzgan con dureza,
Desprecian al amor,
Destruyen tu belleza,
Condenan al gran Sol.
Jesús de mil amores, también yo en mi furor,
Te estaba condenando a sufrir aflicción.
Perdona mi vileza, perdóname, Señor,
Pues mi pecado aumenta mil veces tu dolor.
2ª Estación:
Jesús con la cruz a cuestas
Inicias el camino de cruel humillación,
Y con la Cruz a cuestas avanzas en rigor.
Un peso que te aplasta, Jesús de la pasión,
Que lleva en sí la carga de pecado y rencor.
Un dolor que penetra,
Que hiere tu interior,
Que humilla tu grandeza,
Que lleva el desamor.
Señor de mil pesares, la Cruz sin pundonor
Que cargan tus espaldas, me empuja a contrición.
Es mi Cruz la que llevas, pecado y desazón,
Que por amor borraste, y que te causa el horror.
3ª Estación:
Jesús cae por primera vez
La Cruz se hace pesada, y te falla el vigor,
Tu cansancio te vence, te hiere el deshonor.
Mis pecados te pesan, te dan gran punición,
Y te lanzan al suelo y a la desolación.
Caer, Señor, sin fuerzas,
Golpear el suelo Dios,
Quedar, en una pieza,
Figura en opresión.
¿Por qué, Señor, te prestas, a semejante función,
Si eres Omnipotencia, en tu gloria de Dios?
Sólo lo explica, Verbo, tu haber hecho asunción
De todos los horrores, en tu vida de amor.
4ª Estación:
Jesús encuentra a su Madre
En el camino lleno de herida y de pasión,
Oasis pasajero de la que te parió.
Te encuentras con tu Madre, roto su corazón,
Tu Cruz, la de madera; la de Ella, de dolor.
Tu Madre a ti te entrega,
Hijo eterno de Dios,
Y sufre en entereza
Su personal pasión.
Mi dulce Madre amada, yo te pido perdón,
Ese dolor que cargas es de mi producción,
El peso de tu Hijo, la Cruz de mi sanción,
Es falta que me aqueja, fruto de imperfección.
5ª Estación: El
Cireneo ayuda a Jesús a llevar la Cruz
Tus fuerzas han huido de ti, dulce Señor,
Y el odio del verdugo se mueve a compasión.
Errante peregrino, ese que te ayudó,
Simón el de Cirene, Simón del gran favor.
Observa la fiereza
De aquel torturador,
Simón presta su fuerza,
Completa tu misión.
Cuánto diera, mi Dios, por ser yo ese Simón,
Poner fuerzas enteras, a tu disposición,
Y así aliviar mi pena, descender mi rencor,
Que puso aún más peso en tu Cruz de dolor.
6ª Estación: La
Verónica enjuga el rostro del Señor
Bañado está tu rostro, de sangre y de sudor,
La Verónica acerca un pañuelo de amor,
Y tú, en hermoso gesto, como buen pagador,
Le regalas tu imagen, le dejas tu visión.
El rostro que tú entregas
Es signo de tu amor
A todo el que te quiera
Y alivie tu dolor.
Señor, cuánto quisiera ser yo el enjugador
De tu rostro que sufre, que muerde el desamor.
Dame estar a tu lado, déjame la impresión,
En el velo escondido de mi cruel corazón.
7ª Estación:
Jesús cae por segunda vez
Fuerza desvanecida, final de extenuación,
El cansancio y el peso llegan a conclusión,
De nuevo por los suelos, tu ser de donación.
Golpeado y agobiado, estás en postración.
Te acaricia la tierra,
Te hiere el desamor,
El mal se yergue en vena
Y clava su aguijón.
Te había visto ya, mi Dios y mi Señor,
En la tierra caído, tu vida en extinción,
Mi pecado, no obstante, seguía su misión,
Te aplastaba y te hundía en más humillación.
8ª Estación:
Jesús consuela a las santas mujeres
Qué clara Tú tenías, Señor, tu vocación.
A la tierra venías a dar consolación.
Las mujeres, llorosas, reciben de tu amor
Sosiego en el castigo, alivio en su aflicción.
Mujeres que en su pena
Se acercan al Amor.
Reciben dulce y tierna
Frescura en el dolor.
Que yo sea, Señor, igual en esa acción.
Que a todos siempre lleve paz y confortación,
Que alivie con presteza los signos de dolor
Y como Tú, dé siempre sosiego en la pasión.
9ª Estación:
Jesús cae por tercera vez
El vigor ya te huye, vida en declinación,
Tres veces ya que caes, tres veces por amor,
Y tres veces el hombre, viendo tu destrucción,
Levanta en vilo al Santo, que siga su pasión.
El pecado es tristeza,
Fuego de fundición,
Que quema, que penetra,
Que arruina en desazón.
Renuncio a esa tu ruina, renuncio, mi Señor,
No quiero ser más causa que te lleve al horror,
Levántate Dios hombre, y dame, por favor,
Dame a mí tu caída, a mí la humillación.
10ª Estación:
Jesús es despojado de sus vestiduras
Dar gusto a toda ira, dar mortificación,
Tus ropas despojadas, al mundo de traición,
No dejas a ti nada, sólo degradación,
Y a nada más aspiras, sólo a la Redención.
Hasta tu ropa entregas,
Mi Señor del amor.
Sólo tu vida queda,
Postrera donación.
No quiero que te vean en esa situación,
Humillado al extremo, con tus carnes al sol,
Cubrir tu piel tan pura, Señor, de corazón,
Me lanzo en tu rescate, te tapo con mi amor.
11ª Estación:
Jesús es crucificado
Llegados al lugar de la satisfacción,
Ya cumplido el encargo, cumplida la misión,
Un altar de madera, lugar de tu oblación,
Te clavan con impía indolencia y fruición.
Un Gólgota de fieras,
Acoge sin honor,
A Aquél que todo entrega,
Hasta su vida en flor.
Te miro yo en tu entrega, me muevo a compasión,
Los clavos que te atan al sitio en reclusión,
A la Cruz que es cadalso, que es lugar de dolor,
A la Cruz que, en contraste, será mi salvación.
12ª Estación:
Jesús muere en la cruz
No había ya más nada, sólo la conclusión
De tu vida en la tierra, de tu paso hacia el Sol,
El último suspiro, tu final de pasión,
La muerte que se yergue en último blasón.
Al Padre le encomiendas
Tu espíritu, tu don.
Ni la muerte ya enmienda
Nuestro terrible error.
Fui yo la última causa, yo fui el provocador,
De tu muerte de pena, tu vil expiración,
Has muerto por mi culpa y por mi obstinación,
Mi pecado es verdugo, tu causa de aflicción.
13ª Estación: Jesús
en los brazos de su Madre
Cuánto dolor se cumple entre la Madre y Dios,
Lágrimas de María, mueven a compunción.
En sus brazos el Hijo muerto por el rencor,
Espada que atraviesa rompiendo el corazón.
La Madre, sin belleza,
Traspasada en dolor,
Recoge la materia,
Del Hijo Redentor.
A tu lado, María, me postro en deshonor,
Para llorar contigo la muerte del Señor.
Tú lloras a tu Hijo, yo lloro al Redentor,
Y lloro por causarte tan grande y vil dolor.
14ª Estación:
Jesús es sepultado
Para no abandonarte en tu muerte, Señor,
Te llevan a enterrarte en oscuro rincón.
Un sepulcro cavado, tu última mansión,
Soledad que es el signo de abandono mayor.
Te recibe la tierra,
A Ti, su Creador,
Y te acoge serena,
Espera tu esplendor.
La muerte es el reposo del guerrero, Señor,
Tu descanso sereno, espera el resplandor.
Allí contigo al lado, allí sembrado estoy,
Llorando y a la espera de tu Resurrección.
Hermosa reflexión Dios lo bendiga. Haré mi viacrucis en cada con mi esposo
ResponderBorrarSeñor con tanto.dolor.nos enseñas que lo que comienzas lo terminas. Perdóname por cada ocasión que mis faltas te suman más clavos de delirante dolor...y perdóname también Madre, porque tu regalo al mundo te lo devolvemos hecho una piltrafa. Ayúdame a pedirle a El con mi corazón avergonzado que espere con Amor y arrepentimiento esea tan anhelada Resurreción. Perdón Señor, perdón.
ResponderBorrarDios les bendiga, que hermoso toda la Gloria sea para Dios
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