viernes, 30 de abril de 2021

Con Dios, lo tenemos todo. Sin Él, no tenemos nada y somos nada

 Oración del viernes: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre  sino por mí» - MVC

"Quien a Dios tiene, nada le falta", dijo Santa Teresa de Jesús en una de sus bellísimas poesías. Poseer a Dios es poseerlo todo, no tener falta de nada, pues en Él está todo lo que necesita el hombre. Desde que nos creó dejó en nosotros el ansia de eternidad, pues nos hizo seres no solo materiales, sino que puso la componente espiritual que nos hace elevar la mirada por encima de la realidad que nos circunda. Nos hizo indigentes, en el sentido de necesitados. Necesitados de Él, de su amor, de su providencia, de su misericordia, de su perdón, de su salvación. Sin Él, nada de eso lo podríamos obtener. Y lo tenemos gracias a su amor por nosotros, que nos procura todos los beneficios necesarios, espirituales y materiales. Y nos hizo seres necesitados no solo de Él, sino de los demás. Nos hizo seres comunitarios, cumpliendo con la sentencia del origen: "No es bueno que el hombre este solo". Por ello, no solo se ofrece Él a sí mismo como apoyo para nuestra vida, sino que pone en nuestra existencia a todos los demás seres de la creación, en particular a los demás hombres, para que sean ayuda, auxilio y apoyo para una mejor vida. Y los pone también para que nosotros hagamos gala del ser comunitario que es nuestra marca, en el ejercicio de la fraternidad más pura y más solidaria que podremos mostrar. Son todas dádivas graciosas del Dios del amor, por lo cual nos hace sentir privilegiados, al ser Él quien nos llena de la sensación de no necesitar de nada más para vivir. Él es la fuente de todo beneficio. Eso tendría que ser suficiente para una existencia en la libertad y en la confianza de que tenemos todo lo que necesitamos. Lamentablemente, nuestra soberbia, nuestro orgullo y nuestra vanidad están pugnando continuamente por convencernos de lo contrario. Y por eso, el que se deja arrastrar por esos bajos instintos, se aparta de la fuente y empieza a vivir en la oscuridad. Y así vivirá hasta que se convenza de lo imposible de la satisfacción lejos de Dios.

Esta plenitud de la vida en Dios queda resumida en la obra que realiza Jesús en favor de la humanidad. Es imposible una satisfacción por la traición del hombre al pecar, de parte del mismo hombre. Siendo Él el traicionado, se echa sobre sus espaldas la tarea de rescate. A todas luces es un hecho absolutamente absurdo. El ofendido se ofrece como víctima para resarcir la ofensa a la que ha sido sometido. Si Dios es capaz de dar ese paso, debemos concluir que, en efecto, estará dispuesto a cualquier cosa para favorecer al hombre y tenerlo cerca de sí. Por ello podemos estar seguros de que junto a Él no nos faltará nada. Jesús hace el resumen perfecto de lo que representa su presencia en nuestras vidas: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 'No se turbe su corazón, crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, se lo habría dicho, porque me voy a prepararles un lugar. Cuando vaya y les prepare un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy yo estén también ustedes. Y adonde yo voy, ya saben el camino'. Tomás le dice: 'Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?' Jesús le responde: 'Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí'". En Jesús tenemos la certeza de que todo lo que vivimos y de que todo lo que pone en nuestras manos servirá para avanzar en el camino que nos conduce hacia la plenitud, ahora en nuestros días y para la eternidad. Él es el Camino, es decir la ruta que debemos seguir para pisar firme en el camino de la perfección que nos hará sólidos en la verdadera libertad, nos hará vivir en el ámbito del amor hacia Él y hacia los hermanos, y que desembocará finalmente en la vida eterna junto al Padre y todos los hermanos salvados. Él es la Verdad que nos hará tener solidez en nuestras convicciones, que nos dará la serenidad del conocimiento del contenido de lo que sí vale la pena conocer y vivir. La Verdad de Jesús no es simplemente un contenido doctrinal, sino que merece hacerlo vida para obtener la verdadera felicidad en esta vida y para la otra. Él es la Vida, pues de Él ha surgido todo. Haciéndose el encontradizo, hace encontradiza su Vida. En Él tenemos la recuperación de la verdadera Vida, la que habíamos perdido al pecar. Por su Vida, nos hace resucitar a todos de la muerte y de la oscuridad. Entregando su Vida y recuperándola en su sacrificio supremo, la ha depositado en nuestros corazones, dándonos nueva Vida y haciéndonos hombres nuevos para siempre.

Por supuesto, el que es el Camino, la Verdad y la Vida, lo es para nosotros. Dios mismo no necesita avanzar por un camino diverso, conocer una verdad distinta o vivir una vida diferente. Por ello, somos nosotros los que debemos beneficiarnos de ese camino nuevo, de esa verdad auténtica y de esa vida superior. Debemos aprovecharlo al máximo, por cuanto existe para nosotros. Jesús se ha hecho todo eso para nuestro beneficio. No tiene otra finalidad. Y viviéndolo en nosotros mismos, teniendo conciencia de nuestra riqueza, en la vivencia del amor a Dios y del amor fraterno, considerar necesario que este anuncio llegue a todos los demás, para que vivan la misma felicidad, como lo entendieron los apóstoles de aquella Iglesia que nacía: "Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos ustedes los que temen a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de Él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con Él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros les anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: 'Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy'". Somos auténticos beneficiarios de los más grandes dones. Por ello, estando con Dios y teniéndolo siempre con nosotros, no nos faltará nada. Al contrario, alejándonos de Él, siguiendo los impulsos de un egoísmo suicida, no tendremos nada entre manos que nos ayude a seguir viviendo. Sin Dios, somos nada; con Él, lo tenemos todo y somos todo.

4 comentarios:

  1. Amado Señor, sostenos con tu gracia y danos vid, se que nos ama, ilumínanos para que podamos experimentar tu cercania☺️

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  2. Con Dios no nos falta nada.
    Ayúdanos a seguir tu camino, a seguirte a ti que eres el camino.
    Gracias Padre.

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  3. A la pregunta de Tomás " Señor como podemos saber el camino .."Jesús responde Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mi"Es la ruta que desembocará a la vida eterna junto al Padre y todos los hermanos salvados del pecado.

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  4. A la pregunta de Tomás " Señor como podemos saber el camino .."Jesús responde Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mi"Es la ruta que desembocará a la vida eterna junto al Padre y todos los hermanos salvados del pecado.

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