Una de las armas de las que debemos echar mano con muchísima más frecuencia de la que nos imaginamos los cristianos es de la del discernimiento. Esto significa que debemos tener siempre un espíritu pronto para poder descubrir la voz de Dios en las personas y los acontecimientos que nos rodean, con el objetivo no solo de identificar su origen, sino más allá, de entender lo que pretende Dios que hagamos al dirigirnos su Palabra. En los últimos tiempos los pastoralistas han insistido mucho en saber descubrir "los signos de los tiempos", a través de los cuales Dios nos habla y nos manifiesta su voluntad. Es exactamente lo que les transmitió Jesús a sus oyentes: "Cuando ven una nube que se levanta en el oeste, al instante ustedes dicen: 'Viene un aguacero', y así sucede", invitándolos a aplicar esta misma sabiduría que se tiene respecto a los fenómenos naturales a lo que se refiere a las cosas del espíritu. También fue un punto importante en las enseñanzas espirituales que nos dejó San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios espirituales, cuando hablaba de discernir las inspiraciones que vienen del "espíritu bueno" y diferenciarlas bien de aquellas que vienen del "espíritu malo". En nuestros tiempos han surgido miles de voces que pretenden erigirse en superiores que indican caminos a seguir, haciéndose a sí mismos representantes divinos, o incluso autoridades espirituales, casi como dioses, que tendrían la capacidad de decidir la suerte de la humanidad o al menos de una buena porción de ella. El criterio básico de discernimiento para poder descubrir la veracidad o no de esas voces multitudinarias es tan sencillo como lo que nos propone el mismo Jesús. Para Él bastaría con aplicar la lógica: Si se ven nubes, lo más probable es que habrá lluvia. Ni más ni menos. Esa misma sencillez la aplicó San Ignacio: si da paz, viene de un espíritu bueno; pero si por el contrario, crea desasosiego y quita la paz, viene de un espíritu malo. Lo más importante es que se atienda a lo que atrae realmente hacia Dios y hacia lo que se sabe que es de Él y que, por lo tanto, da la sensación de que se está donde se debe estar por la paz y la felicidad que se pueda alcanzar en Él. Y de esa manera, descubrir por oposición todo lo que pretenda alejar de Dios, o expulsarlo de la propia vida, llegando incluso a revestirlo de algo muy atractivo, aprovechando sobre todo la falta de vigilancia y el atractivo a veces narcotizante que producen las ideas espirituales bellamente manipuladas presentándolas como fórmulas para "atar" a Dios.
En nuestros tiempos de "Nueva Era", que se caracterizan por un retorno espiritual del hombre que quiere bucear en su realidad más profunda, se presenta un caldo de cultivo maravilloso para aquellos que quieren confundir a los hombres. Ese "retorno espiritual" del hombre es, en sí mismo, un "signo de los tiempos" que, si no se sabe aprovechar, puede resultar peligrosamente perjudicial para él mismo. Si aquellos que pretenden confundir tienen éxito al presentar sus opciones, el hombre se agarrará del "súper ego" como nuevo dios, de una "energía" divina, del universo holístico en el cual se encuentra un dios de tal modo difuminado en "energía" que termina en nada o por el contrario que lo es todo y está en todo, sin una concreción en un ser personal con el cual se puede entrar en una relación de intimidad, lo que desemboca en una soberbia extrema afirmando: "yo soy dios", y sus sucedáneos: "yo soy salud", "yo declaro sanidad", "yo tengo el poder", "yo atraigo a las fuerzas del universo", haciendo innecesario al Dios verdadero, pues supuestamente ya se tiene todo resuelto por sí mismo. Evidentemente, estos que promueven esta confusión actúan al amparo de hombres y mujeres absolutamente necesitados de una referencia espiritual, aprovechándose de su buena fe pero también de sus mínimos conocimientos, utilizando palabras conocidas en la espiritualidad, manipulándolas a su favor, como "Dios", "oración", "meditación", "contemplación", "creación", "interioridad", "espíritu", revistiéndolas de "bondad", pues es el mismo vocabulario que siempre se ha utilizado en la espiritualidad cristiana... Demuestran lo ciertas que fueron las palabras de Jesús cuando ponía sobre aviso a sus seguidores: "Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz". Por otro lado, buscan poner en ridículo a los auténticos mensajeros de Dios, tildándolos poco menos de manipuladores, de esclavistas, de castradores de las iniciativas humanas, de irrespetuosos de la libertad absoluta, de opresores. Todo lo que llame a exigencia personal, a asunción de compromisos, a búsqueda de plenitud en Dios a fuerza de rebajamiento de sí mismo, a cumplimiento de responsabilidades, a vida comunitaria de solidaridad y fraternidad, al servicio desinteresado por amor a los hermanos y particularmente a los más necesitados, será tildado de invasión al Yo superlativo.
Podemos descubrir en esto algo de lo que se ha servido el demonio desde muy antiguo. Las ansias de trascendencia del hombre, esa búsqueda insaciable de lo eterno, característica de su condición natural de ser espiritual y religioso, es un campo de batalla en el cual él puede resultar aventajado cuando logra hacerse del mismo hombre como cómplice: "Amasías dijo a Amós: 'Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino'". Amasías, envuelto de soberbia y echando mano de su condición sacerdotal de Betel, en nombre del rey, expulsa a Amós, enviado por Dios para hacerle ver su infidelidad, pero éste lo rechaza. Y Amós le transmite la reacción de Dios contra Jeroboam, rey de Israel: "Esto dice el Señor: Tu mujer deberá prostituirse en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán por la espada, tu tierra será repartida a cordel, tu morirás en un país impuro e Israel será deportado de su tierra". Rechazar al enviado de Dios y el mensaje que viene a trasmitir atrae las consecuencias más trágicas para Israel. La misma experiencia prácticamente la vivió Jesús cuando hizo el milagro en favor del paralítico que le presentaron para curarlo: "Dijo al paralítico: '¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados'. Algunos de los escribas se dijeron: 'Este blasfema'. Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: '¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir: 'Tus pecados te son perdonados', o decir: 'Levántate y echa a andar'? Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: 'Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa'". Jesús es el mismísimo Dios que ha venido a realizar maravillas en favor de los hombres. Y aun cuando va demostrando el inmenso poder y amor de Dios con los portentos que va realizando, que sin duda le atrajeron también seguidores entre los presentes, el demonio hacía que hubiera corazones duros que no se dejaran conquistar, ensoberbecidos, buscando más bien que nadie sucumbiera ante Jesús. Con argumentos atractivos, los fariseos y escribas buscaban seguir engañando incautos para que los siguieran a ellos. Obtuvieron algunas victorias. Pero finalmente quedaron en el ridículo mayor, pues el amor de Dios es todopoderoso y jamás será vencido. El demonio vence solo cuando se le abre la puerta del corazón y se le pone poder en sus manos. Mientras el hombre se acerque a Dios y se mantenga abierto a su amor y a su poder, jamás dejará que el mal invada su corazón, ni siquiera revestido y disfrazado de bondad. Ojalá tengamos siempre esa capacidad para saber discernir el buen espíritu del cual nos viene la inspiración de ser fieles a Dios y nunca traicionar su amor yendo detrás de otras ofertas, aunque sean muy atractivas.
Mientras más nos acerquemos a Dios y nos mantengamos abierto a su amor y a su poder, jamás dejará que el mal invada nuestro corazón, en él está la vida y el sentido de nuestra felicidad;porque el hijo de Dios vino a sanar y a perdonar..
ResponderBorrarMientras más nos acerquemos a Dios y nos mantengamos abierto a su amor y a su poder, jamás dejará que el mal invada nuestro corazón, en él está la vida y el sentido de nuestra felicidad;porque el hijo de Dios vino a sanar y a perdonar..
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