La amistad, según Santo Tomás de Aquino, "consiste en un cierto compartir bienes". Se refiere a todo tipo de bien, tanto material como espiritual. No basa su argumentación sólo en lo que el común de la gente consideraría como "bien", que sería algo material, tangible, corporal... Aun cuando Tomás de Aquino basa su consideración en Aristóteles, el gran filósofo "materialista" -en contraposición a Platón, el filósofo "idealista", de quien sería el discípulo cristiano y "bautizador", San Agustín-, es claro que la misma concepción filosófica de "bien" no se reduce a lo material...
San Juan de la Cruz, en la meditación sobre la frase de Cristo: "Ustedes son mis amigos", afirma: "La amistad, a los amigos o los encuentra iguales, o los hace iguales", con lo cual estaría afirmando que la amistad llegaría a ser una suerte de identificación esencial de los hombres, por cuanto los haría ya no sólo compartir bienes en general, sino hasta el propio ser... El amigo imprimiría la huella del propio ser en el otro, y se dejaría imprimir la huella del ser del otro en sí... La amistad no es sólo mirarse a sí mismo y ver la conveniencia de una relación con el otro, sino que vería en el otro la conveniencia de una relación conmigo. Es decir, buscaría la manera mejor de beneficiar al otro, por encima de las propias conveniencias. Es la búsqueda de dar y hacer al amigo el mejor bien posible, aunque sea desde la propia pobreza...
Ambas concepciones de la amistad combinadas, nos hacen comprender la magnitud de la amistad de Jesús con los hombres: "Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado a conocer". Dar la vida por sus amigos es la expresión más alta de la amistad, pues es la expresión más alta del amor. El amor es la base fundamental de la amistad, sin la cual no tendría absolutamente ningún sentido. Una amistad sin amor es simplemente una búsqueda de beneficios egoístas, una aprovechamiento del otro, una pretensión de dominio y de esclavización... ¡Cuántas falsas amistades se cultivan sólo por el hecho de dejarse llevar por el egoísmo! ¡Cuántas no se convierten en simples camaraderías o incluso en complicidades! Muchos han tergiversado la amistad y han llegado a convencerse de que ella consiste simplemente en contar con quien apruebe todo lo suyo sin nunca censurar o corregir. Han degradado la amistad hasta el punto de considerar amigo a quien nunca tiene nada malo que decirle, o corregirle, o sugerirle diverso a lo suyo, sino sólo a quien aprueba todas sus cosas, aun siendo malas. Si alguien llegara a corregir o a censurar algo, dejaría inmediatamente de ser amigo.
En Jesús el camino es el opuesto. La amistad para Jesús es dar el mejor bien al otro. Ya no se trata sólo, como lo comprobó en su vida, de dar la salud, la comida, la capacidad de hablar o de oír o de caminar, que serían bienes, digamos, "materiales". Se trata de procurar para el amigo lo más alto, lo más elevado, lo más espiritual, que es la Vida eterna, el perdón, la salvación. Y para ello, Jesús necesitó entregar su propia Vida. La amistad la entendió Jesús como no guardarse nada de lo que beneficiaría al otro. Lo dio todo, sin guardarse ni esperar nada a cambio. La amistad le exigía donarse totalmente, y lo hizo sin titubeos...
Si la amistad es "un cierto compartir bienes", Jesús la entendió a la perfección, pues compartió con el hombre su mayor bien, que era su propia vida. No sólo entregó su palabra, su poder, su gloria, sino que radicalizó la entrega de sus bienes al extremo de dar su propia vida. Pero, la amistad, estrictamente hablando, no sugiere una relación sólo de ida. Aunque la motivación del verdadero amigo no es la del bien que pueda recibir a cambio, el verdadero amigo siente el impulso de compartir en la misma medida como respuesta al bien que recibe. Eso sugiere la palabra compartir. Un movimiento de ida y vuelta... Por eso, aun cuando Jesús en su amistad no exige la respuesta de la entrega, sus amigos sí deberían sentir las ganas de darse también para hacer de la amistad un provecho para todos, no sólo para una parte. Es lo que sugiere cuando afirma: "Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando"... Ya ha dicho Jesús, en repetidas oportunidades la entrega que debe haber en sus discípulos...
Y si la amistad es aquello que o los encuentra iguales o los hace iguales, es lógico que el gesto de entrega que ha realizado Jesús sea asumido por sus amigos y, haciéndose iguales a Él, realicen el mismo movimiento. Jesús, con su sacrificio, se hace amigo de toda la humanidad, pues es toda ella la que recibe los beneficios de su entrega. No se entrega Jesús para un grupo específico o reducido. Se entrega para todos. Así mismo, los amigos de Jesús deben hacer su entrega en beneficio de todos, si quieren ser verdaderos amigos de Jesús. Deben "hacerse iguales" a Cristo, que se entregó por todos... Nuestra fe cristiana es, fundamentalmente, una cuestión de amistad. Con Dios, con Jesús, con todos los hombres. Y nos llama a compartir el mayor bien nuestro, nuestra vida, con los hermanos. Y nos invita a hacernos iguales a nuestro mejor amigo, Jesús, entregándonos a los hermanos para llevarlos a la salvación...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario