En el ínterin del "ya, pero todavía no", se debe dar esa tensión entre el deseo de llegar a esa meta final de la presencia definitiva de cada uno ante Dios, viviendo la felicidad y el amor eternamente, y la lucha por mantener la fidelidad a toda prueba, por encima de la cantidad de avatares por los cuales se deberá transitar. Jesús, que de ninguna manera quiere que vivamos bajo engaño, sino que pone a la vista con toda claridad cómo llegará a ser esa ruta, nos pone sobre aviso acerca de las cosas que deberán pasar antes de la llegada de su reino universal: "Miren que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: 'Yo soy', o bien: 'Está llegando el tiempo'; no vayan tras ellos. Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida". Serán momentos de lucha, de sufrimiento, en los que se pondrá a prueba nuestra fidelidad, en los que tendremos que demostrar en quién hemos puesto nuestra esperanza. La confusión puede llegar a engañarnos y hacernos pensar que tal meta no merece un itinerario de tamaña fatalidad. Pero, la verdad es que será el tiempo de purificación final, en el que el mal se resistirá, como fiera herida destinada a desaparecer. La fiera herida se defenderá y buscará hacer el mayor daño posible. "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso les echarán mano, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndolos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre... Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos los entregarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán a causa de mi nombre". Jesús es muy honesto. No nos promete el no sufrimiento, sino que lo pone en claro. Pero también nos coloca ante la perspectiva definitiva del final, que será de felicidad.
Por ello, aun cuando no oculta que no habrá dolor, sí nos promete su compañía en medio de toda la debacle. Él estará con nosotros. No nos ha liberado para dejarnos a nuestra suerte, sino que teniendo claro el futuro, estará a nuestro flanco para ser nuestro alivio, nuestro consuelo y nuestra fortaleza: "Esto les servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, métanse bien en la cabeza que no tienen que preparar su defensa, porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario... Ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvarán sus almas". El compromiso de Jesús no termina con su obra terminada en la Ascensión a los cielos, sino que es para siempre. Si Él es el Rey del universo, lo será desde ahora y eternamente. Y por ello podemos estar seguros de que el final jamás será trágico, aunque deba pasar por eso. "He aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz. Pero a ustedes, los que temen mi nombre, los iluminará un sol de justicia y hallarán salud a su sombra". El sufrimiento previo será el preludio del fin que culminará en el idilio eterno entre Dios y sus fieles. Para alcanzar aquella salud definitiva, se deberá pasar por la terapia de la purificación. El cáncer del mal deberá ser extirpado como un tumor en una operación que implicará algún malestar. Pero no hay parangón con el cual podamos imaginarnos aquella armonía final que viviremos. Es la felicidad sin par, el amor inmutable, la armonía indestructible, la paz incólume. Se alcanzará la salud plena, en la cual los triunfadores gozarán de aquella presencia divina que jamás tendrá fin.
Dios es todo amor solo quiere que vivamos en rectitud ,guiado de su palabra ,abramos nuestros corazones para sentir ese amor puro que nos brinda AMÉN!!!
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