No podemos pretender exigir de Dios ninguna compensación. Él ya nos ha bendecido con las capacidades con las que nos enriquece para poder crecer en nuestra condición humana y en nuestra santificación personal. Los talentos no son otra cosa que esas cualidades que ha puesto Dios en nosotros para que podamos ser esos siervos que cumplen bien con su tarea. Y, por añadidura, el mismo Dios se coloca entre nosotros y el mal del mundo para protegernos y servirnos de sustento en medio de la posibilidad del dolor y del sufrimiento. En efecto, no solo nos ha dado las capacidades, sino que se ofrece como apoyo indestructible para que nuestro itinerario pueda ser cumplido perfectamente: "La vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz". Dios es el mejor defensor. En medio de los avatares del mundo, Él es una fortaleza inexpugnable para el fiel. "Resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente". El mejor seguro de esto es que el mismo Dios que les encomienda su tarea, los capacita para llevarla adelante y los acompaña en todo el trayecto como guía y protector: "Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos".
Pero, aun cuando Jesús asevera que el siervo inútil no necesita de reconocimiento por su labor, afirma también que habrá una compensación merecida al final de los tiempos. A los siervos que multiplicaron sus talentos, les da la recompensa de la eternidad feliz junto a Dios: "Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante”. Está claro que Dios no se dejará nunca ganar en generosidad. Ciertamente el gozo del siervo está en cumplir con su responsabilidad y hacerlo, además, con la mayor calidad y de la mejor manera posible, pero a ese gozo natural por la labor cumplida, Dios le añade el gozo eterno del premio merecido por haber hecho lo que correspondía. Nuestro Dios es un Dios de amor y de justicia. Su amor lo llevará siempre a procurar para nosotros lo que más nos favorece. Y su justicia lo llevará siempre a entregar en las manos de quien se lo merece, aquello que se haya ganado con esfuerzo. Pero es justicia divina, por lo cual, es superabundante. Da el ciento por uno. Más de lo que nos merecemos. Porque Él es así. Infinito. Infinito en su amor, infinito en su justicia e infinito en su misericordia.
_*Por eso siempre digo que es un honor ser contratado a trabajar en su viña, aunque sea por un denario y estemos trabajando desde primera hora.
ResponderBorrarQue nunca nos quejemos de lo que Dios pague a otros contratados, aunque hayan sido contratados a última hora de la tarde, para recoger las migajas.
Es un honor añadido el ser de la primera hora, y si nos damos cuenta de la dignidad de hijos trabajando para el Padre de la viña, y de los viñadores, no le presentaremos nunca la lista de agravios. Además de darnos cuenta de que no hemos hecho nada de más, nos daremos cuenta de la grandeza de nuestro honor de ser hijos. Y coronaremos nuestro trabajo a sabiendas de que es tan grande el jornal, que siempre será de gloria, aunque nuestro trabajo nos parezca muy grande.
Es una gran verdad de que a jornal de gloria...no hay trabajo grande.
¿Hemos entendido?
Pues que siempre seamos nosotros los agradecidos de haber sido contratados y más, si ha sido desde primera hora!!!. Franja.
Y que Dios nos bendiga.*_
Amen...ser agradecidos por las cosas que Dios nos dà en la vida..
ResponderBorrarY Dar las gracias a Dios siempre