¡Cuántos pedimos lo mismo en nuestra oración! ¡Cuántos no pedimos, junto a este aumento, que nuestra comprensión del misterio sea pleno, que tengamos una fe inquebrantable, que nuestra fe sea siempre firme como la roca! San Agustín, experto en ver el interior del hombre y en expresarlo en frases impresionantes, decía algo así como: "La fe busca comprender, y cuando comprende, cree mejor"... Sabemos que la fe y la razón de ninguna manera están contrapuestas. Los últimos Papas han dejado esto bastante claro. Dios nos enriqueció con nuestra inteligencia y nuestra voluntad para que pudiéramos comprenderlo mejor, aun cuando su misterio jamás será abarcado plenamente. La razón, en este caso, puede servir de apoyo para alcanzar una mejor comprensión de Dios y de su misterio, pero, podríamos decirlo así, tiene su campo restringido pues jamás llegará a abarcar el misterio total de Dios... Es el umbral en el que el hombre debe abandonarse y probar realmente la fe que posee...
Los hombres, prácticamente desde el inicio de nuestra existencia y en el uso de la prerrogativa sagrada que nos regaló el mismo Dios al darnos nuestra inteligencia, nuestra capacidad de razonamiento, hemos querido ascender al ámbito superior. Los grandes filósofos de la historia desarrollaron la "teología racional", la sabiduría sobre Dios. Es una "teología filosófica", técnicamente llamada "Teodicea" o "Teosofía", en la que el pensamiento humano podía llegar, de manera natural, al umbral del encuentro con esa figura del Ser, trascendente, infinito, origen de todo, pero tan elevado que prácticamente la única conclusión cierta que se podía tener de él es que debía existir... Es necesaria su existencia... Por eso, en la filosofía más pura, que busca al Ser por esencia, se concluyó que ese Ser superior era: Uno, Bueno, Verdadero y Bello... ¡Sólo con el pensamiento el hombre llegó a la esencia divina! San Pablo afirmó que es totalmente posible un conocimiento, aunque evidentemente parcial, de nuestro Dios: "Desde la creación del mundo, todo lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, se ha hecho visible a través de las cosas creadas".
Pero Dios, siempre amoroso y providente, sabe que somos limitados. Que nuestra capacidad de inteligencia jamás podrá abarcar por si misma y con la sola ayuda material de lo creado, lo que es Dios en sí mismo. Y, conocedor de nuestra sed de eternidad, de nuestra curiosidad por las cosas superiores y misteriosas, no quiso que nos quedáramos a medio camino, sabiendo que el hombre ha querido siempre recorrer el camino hasta Él, y que en su recorrido ha emprendido rutas que a veces lo han llevado a equívocos. Subir desde lo inferior para llegar a lo infinitamente superior por las propias fuerzas, tiene riesgos graves. Y esos riesgos han sucedido de verdad... De allí la existencia de rutas de oscuridad: el esoterismo, la brujería, el espiritismo, la santería, la hechicería, la nueva era, el gnosticismo, la cienciología... Son rutas en las que el hombre ha querido recorrer sin compañía el camino que lleva a Dios, pero que evidentemente, han sido erradas... Su empeño por "dominar" lo desconocido, lo ha llevado a ser él mismo el "dominado" por ideas y caminos absurdos, en lo que no encuentra respuestas veraces, sino sólo las de la superstición o las de negación de lo que realmente es Dios. Creyendo haber encontrado respuestas, lo que ha hecho es responderse a sí mismo con las fantasías absurdas que él mismo se ha creado...
Decíamos que Dios es amoroso y providente... Por eso, en clara respuesta de amor a la añoranza de Él que tiene el hombre y con la plena conciencia de su incapacidad de llegar a Él por sí mismo, ha venido a recorrer el camino inverso. No ha esperado a que el hombre "llegara a Él", sino que ha salido Él "al encuentro del hombre". El Beato Papa Juan Pablo II, en la Bula de convocatoria a la celebración de la llegada del Tercer Milenio del cristianismo, "Tertio Millennio Adveniente", afirmó que el cristianismo es la única religión en la que ya no es el hombre el que sale al encuentro de Dios, sino que es Dios el que sale al encuentro del hombre... "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros"... En el gesto más manifiestamente claro de su infinito amor por el hombre, Dios ha "condescendido", y no nos ha dejado solos en nuestra búsqueda, sino que ha abierto el camino más claro, más seguro, más firme, para poder "agarrarlo": Él mismo. Por eso Jesús se autodefinió: "Yo soy el Camino"... Ya no existen rutas diversas para el encuentro con Dios, pues Jesús es esa ruta segura y única. No necesitamos de más...
Por eso tiene sentido la petición que hacen los apóstoles: "Señor, ¡auméntanos la fe...!" Es decir, ya que te has hecho uno más de nosotros, que has venido a nuestro encuentro, que has abierto el camino para poder "agarrar" a Dios, haznos avanzar cada vez más en ese camino... No nos dejes con la sed de Dios, con la añoranza de tenerlo plenamente. No dejes que nuestro camino se pierda en alguna esquina. Danos cada vez más solidez en la comprensión y en la vivencia de lo que Tú quieres de nosotros... Danos el deseo firme de abandonarnos siempre en Ti, sabedores de que lo que propones y pides es siempre lo mejor para nosotros, que esperar de Ti eso mejor es siempre oportuno, que se dará cuando Tú lo consideres mejor, no cuando nosotros pensemos que es el mejor momento. Que nadie mejor que Tú sabe el momento y las circunstancias mejores para concedernos el bien...
Y esa petición que hacemos es profundamente comprometedora... Porque pedir más fe es estar también dispuesto a responder cada vez mejor a lo que nos exige esa misma fe... Quien tiene fe y se deja llevar por ella no considera ningún triunfo personal lo que hace en función de demostrar la fe que vive... La respuesta de Jesús a los apóstoles, relatando la tarea que realizan los siervos del gran señor, es tremendamente clarificadora de esto: "Somos siervos inútiles, no hemos hecho más que lo que teníamos que hacer..." ¿Es que acaso hay que felicitar al que cumple su obligación? La fe tiene compromisos que son absolutamente normales y a los que hay que responder. Y quien tiene fe, no siente como carga alguna cumplirlos... Más aún, quien pide que su fe sea aumentada, asume también que estará dispuesto a cumplir más fielmente aquello que le exija la mayor vivencia de la fe...
La fe es un camino hermoso... Caminar por ella es como caminar por caminos rodeados de verdor y de frescura. La fe nos sostiene y nos anima a seguir adelante. Por la fe, somos capaces de percibir el amor de Dios por nosotros y la llamada que nos hace a vivir eternamente con Él. La fe está, por lo tanto, íntimamente ligada a la Caridad y a la Esperanza, virtudes teologales como ella. Y nos llama a un compromiso mayor. Quien camina por caminos verdes, frescos y esperanzadores, tiene el compromiso de mantener el verdor, la frescura y la esperanza. Y para dar más intensidad a su vivencia, debe vivirlo más seriamente cada vez... Pedir al Señor más fe es querer amarlo más intensamente, es esperar más de Él. Y es comprometerse a estar cada vez más conscientemente con Él...
Así es, Monseñor. Pido a diario que el Señor aumente mi fe y de mis allegados, especialmente mi familia!!. Como dice el dicho tan acotado, la fe mueve montañas, y nuestra vida ha sido una evidencia del gran amor de Cristo para con nosotros. Ayer mi hijo no creyente me preguntaba qué era lo que mas me gustaba de Cristo y sin dudarlo le respondí: el gran amor que nos ha dado, hacerse hombre como nosotros y hasta entregarnos su vida por nosotros!!!
ResponderBorrarExcelente respuesta. Y sale de la propia experiencia. Es hermoso saberse amado y cuidado. Te lo da la fe. Por eso, profundizar en Ella, compromete a vivir más de acuerdo a ese amor y protección. Saludos a Helenita y los chamos. Dios te bendiga
BorrarExcelente respuesta. Y sale de la propia experiencia. Es hermoso saberse amado y cuidado. Te lo da la fe. Por eso, profundizar en Ella, compromete a vivir más de acuerdo a ese amor y protección. Saludos a Helenita y los chamos. Dios te bendiga
BorrarBuenos dias Monse. Me sorprende mucho la manera tan sencilla pero tan profunda de como describes la fe y a donde nos lleva. Al meditar tu reflexion de hoy tengo que llegar a la conclusion de que quiza sin darme cuenta mi Fe en Dios es lo que definitivamente le da sentido a mi vida. Gracias Señor por este gran regalo de la Fe!!!!!
ResponderBorrarAsí es Carluchín. Nada da más sentido a la vida que saberse en las manos de Dios. Por eso nuestro esfuerzo debe estar encaminado a mantenernos siempre ahí, recibiendo amor y protección. Saludos a Raquel y a las chamas. Dios te bendiga
BorrarRealmente pedir al Señor q aumente mi fe me ha llevado a comprometerme mas, a aceptar mas... Que el Señor siga guiando, hilandi en nuestras vidas a traves de la fe. Gracias Monse por esta reflexión. Dios lo bendiga.
ResponderBorrarEs la consecuencia, Raquel... La fe no crece "impunemente". A mayor fe, mayor compromiso... Saludos a Carluchín y a las chamas. Un besote. Dios te bendiga
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