Confieso que cada vez que me encuentro con los personajes de Marta y María me entran muchas dudas sobre lo que dice Jesús en este evangelio. Y me esfuerzo mucho en tratar de comprender de manera correcta lo que dice. Es una escena de mucha intimidad familiar, pues se nota que Jesús era asiduo en las visitas a las hermanas de Lázaro, y al mismo Lázaro, "su amigo del alma". Hay que recordar la otra escena en la que aparecen ambas, cuando ha muerto ya su hermano, en la que se nos dice que Jesús lloró por la muerte de su amigo entrañable... Significa que había mucha cercanía entre esta familia de tres hermanos y Jesús...Y al haber mucha cercanía, por supuesto, había mucha confianza entre ellos. El reclamo que le hacen las hermanas a Jesús ante la muerte de Lázaro nos descubre esa confianza extrema: "Si hubieras estado aquí, nuestro hermano no habría muerto", le dice Marta a Jesús. Era una confianza sabrosa, no descarada. Ella, junto a María, sabía que Jesús hubiera podido hacer algo por evitar la muerte de Lázaro. Tanto, que después Jesús efectivamente realiza uno de los más grandes portentos que realiza en toda su vida: la resurrección de Lázaro...
De cualquier modo, la escena que nos presenta hoy el evangelio denota esta vida de confianza e intimidad entre ellos. Jesús está en casa de los hermanos, María está a sus pies escuchando atenta lo que Él dice, y Marta está atareada con las cosas de la casa. La confianza desbocada de Marta le reclama, no a María, la supuesta "desconsiderada" de la escena, sino a Jesús, quien tiene la menor "culpa" de todo, por esa "desconsideración" de su hermana... "¿No te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio?", le dice a Jesús. Imagino a Marta empeñada en la limpieza y en la cocina, para atender mejor a Jesús que está de visita, "para dar abasto con el servicio"... El "atareo" de Marta es absolutamente razonable. Cualquiera que quiera atender bien a quien está de visita estaría haciendo lo mismo. Marta hace lo que la razón pide a cualquiera que haga en un momento similar...
Pero Jesús le responde a Marta de manera misteriosa... Es una respuesta sorprendente, pues es casi un panegírico a la "desconsideración" que critica Marta: "Marta, Marta; andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán..." Repito... Quiero entender de la manera más "lógica" lo que dice Jesús.
Jesús no hace, de ninguna manera, una alabanza al "dolce far niente", al "dulce no hacer nada"... Jesús hace aquí una diferenciación de momentos. En consecuencia, una declaración de importancia de lo que se debe vivir en cada momento de la vida. Su presencia en la casa de Marta y María, siendo ese "gran Profeta" anunciado por las Escrituras, del cual se hablaba ya tanto, para María era una oportunidad de colocarse a los pies de la fuente para beber de primera mano. Era un momento precioso, que no se podía dejar pasar, para colocarse con el corazón y la mente abiertos para recibir de Él absolutamente toda la Luz que irradiaba, para beber de esa agua fresca que sólo Él daba, para recibir el consuelo mayor, para sentir la presencia del Dios que Él había venido a traer... María es el ejemplo perfecto de los contemplativos, que se colocan ante Cristo para dejarse llenar de Él. No simplemente para "hablar" con Él, sino para dejarse llenar de su íntima locución, para "escuchar" lo que en palabras inefables Él quiera transmitir, para entrar en una relación de intimidad que puede sentir sólo la intuición espiritual de quien se ha vaciado de sí mismo y se ha dejado llenar sólo de su amor... Es un momento, sin duda, de honda experiencia espiritual, que María estaba disfrutando al máximo. Por eso, "en ese momento", María había escogido la mejor parte, pues se estaba llenando de ese Jesús que estaba allí para llenarla...
Esto, no obstante, no desmerece en absoluto de lo que hace Marta. Jesús no la critica por lo que hace, sino por cuándo lo está haciendo. De ninguna manera Jesús critica la laboriosidad de Marta, sino la oportunidad. Ya llegará el momento de ponerse a trabajar en las labores de la casa. Es como si Jesús le dijera: "Marta, en este momento no confundas las prioridades. Estoy aquí ofreciéndome como fuente para saciar tu sed de Dios, y tú estás barriendo y cocinando... A cada momento le basta su fatiga. Ahora, entrégate a mí, y luego te sobrará tiempo para hacer lo que quieras..." Pienso en lo que sucedería en el día a día de la casa de Nazaret. Estoy seguro que a Jesús jamás se le hubiera ocurrido criticar a su Madre María cuando, como toda buena ama de casa, tenía que empeñarse en hacer la comida, en mantener la casa limpia y arreglada... Cuando llegaban José y Jesús del taller, luego del trabajo fatigoso, para darse el gustazo de estar en casa para comer y descansar, disfrutando de lo que María había preparado y arreglado... Entonces llegaba el momento de estar juntos, de compartir, de disfrutar no solo de la comida y el descanso, sino de la intimidad familiar en el cariño cotidiano...
Esto mismo es lo que debemos vivir todos los cristianos... En cada momento, una sola cosa es necesaria. Sin ellas, el cristiano no puede vivir. Sería incompleto. La oración sin acción es un pietismo paralizante e infructuoso. Y la acción sin oración es un activismo sin espíritu ni contenido. En cada momento de nuestra vida tenemos que saber buscar el equilibrio. Mucho mejor si sabemos compaginarlo sabiamente, de modo que nuestra vida sea una contemplación activa, o una acción contemplativa, continuamente... Al laicado se le exige la sabiduría de lograrlo. Y hacia allí debe tender la espiritualidad del laicado: A ser "contemplativos en la acción", idea que se atribuye originalmente a San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales... Se trata de que en todo momento el cristiano esté en la presencia de Dios, contemplándolo en su misterio de amor, y viviendo en cada acción la sensación de ser instrumento de ese amor de Dios... La espiritualidad laical no puede ser entendida sólo como la ocasión de hacer oración sosegada y tranquila. Debe alimentarse de esos momentos, que serán ciertamente muy importantes. Pero debe ser la conciencia clara de ser de Dios, de ser sus instrumentos, de ser portadores de esa presencia para todos los que están alrededor... Es el estilo de vida. Espiritualidad es estilo de vida impreso por el Dios que se lleva siempre dentro...
La dialéctica "Marta o María" no existe. Existe la complementariedad "Marta y María". María se nutre en la intimidad del corazón del Jesús sabroso, íntimo, compensador, espiritual... Marta se nutre de la presencia de Jesús que acompaña en todo momento y que lanza a la acción de amor en favor de los demás. Recuerdo que existe una Congregación religiosa femenina que se llama así: "Marta y María", que recoge lo fundamental de ambas. Que vive la contemplación y la acción como realidades complementarias, no contrapuestas.. Ese debe ser el nombre de los laicos cristianos... Cada uno debe llamarse "Marta y María" como queriendo dar a entender a todos que nos alimentamos del Jesús, fuente de frescura y luz que ilumina y llena de fuego el corazón, y que nos lanza al mundo para que cumplamos el mandamiento del amor a los hermanos de la manera más perfecta...
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