La salvación que ha traído Jesús es para todo el que la necesite. En principio será, entonces, para todos los hombres. La voluntad salvífica del Señor es universal. Lo afirma rotundamente San Pablo: "Dios quiere que todos los hombres se salven". Pero para que se dé se requieren algunas condiciones previas en el hombre a salvar. Debe, en primer lugar, reconocerse necesitado de salvación. Es imposible que Dios pueda salvar a quien se considera a sí mismo no necesitado de salvación. La soberbia, que desemboca en la vanidad, el egoísmo, el orgullo malsano, es el primer obstáculo para poder recibir la salvación. En segundo lugar, debe acercarse con arrepentimiento y humildad a la fuente de la salvación, de modo que haga un reconocimiento de que existe un único manantial de salvación y que lejos de él jamás podrá obtenerla por sí mismo. El hombre nunca podrá alcanzar por sus propias fuerzas la salvación que desee. Y en tercer lugar, debe asumir un compromiso de vivir las actitudes y los pensamientos del hombre salvado. Quien añore la salvación debe comportarse desde el momento en que la busca como un hombre salvado, de modo que la salvación no será un acontecimiento que se traslade al tiempo final de la vida personal, sino que debe gozarse desde el mismo momento en que se desea. Quien asume este itinerario como un compromiso real y que lo llevará a la situación idílica de amor y felicidad que Dios quiere que viva, podrá vivir lo que es la auténtica salvación. Quien se encierra en sí mismo y se obsesiona por seguir en el camino de alejamiento de Dios y de los hermanos, jamás podrá aspirar a obtener la salvación.
En todo caso, hay que evitar un equívoco en el que se incurre con mucha frecuencia, que es el de la pretensión de obtención de beneficios materiales cuando se está caminando hacia la salvación y se es fiel a Dios. Se llega a pensar que porque se está con Dios nunca habrá nada malo en la propia vida, no habrá tristezas ni sufrimientos ni enfermedades, las cosas en lo material irán de lo mejor, todos los problemas serán resueltos. Y así, muchos se acercarían a Dios para refugiarse en Él de manera de evitar cualquier circunstancia negativa en su vida. La verdad es que acercarse a Dios no evitará el mal, pues el mal seguirá actuando libremente y atentando contra el hombre, incluso contra el que está cerca de Dios. Podríamos atrevernos a decir que se ensañará aún más contra el que es fiel a Dios. En todo caso, Jesús jamás ha prometido la ausencia de conflictos en la vida del hombre, sino su consuelo, su alivio, su fortaleza. En medio del sufrimiento nos ha prometido estar allí presente, dándonos su fuerza, su aliento y su alivio. Los beneficios que ofrece el Señor cuando nos acercamos a Él, apuntan al gozo espiritual, a la esperanza de la eternidad. Lo cual no resta a que añoremos también ya en esta vida vivir la felicidad, lo cual, en su amor y en su misericordia, también lo posibilita el Señor. El gozo espiritual es compensación y complemento para el gozo humano cotidiano: "Esto dice el Señor: 'Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía. El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos. Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan. Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas, volverás a levantar los cimientos de otros tiempos; te llamarán 'reparador de brechas', 'restaurador de senderos', para hacer habitable el país. Si detienes tus pasos el sábado, para no hacer negocios en mi día santo, y llamas al sábado 'mi delicia' y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor. Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre. Ha hablado la boca del Señor". El gozo que ofrece el Señor es un gozo total, no parcial ni pasajero.
Ese camino de salvación está abierto a todos, principalmente a aquellos que más lo necesitan y que se reconocen necesitados. Para aquellos que se ilusionan con un camino distinto al que han llevado hasta ese momento, y saben que debe haber algo que le dé más sentido a la vida que están viviendo. A los que saben que hay algo más, que debe haber algo más, que eleve la vida al simple vivir cotidiano en el que solo sobrevivir es ya la rutina. Para los que elevan su mirada y no se quedan solo con lo que perciben en su día a día. Para aquellos que están convencidos de que están en la vida para algo más y que la vida no puede terminar en el vacío de la nada que implicaría la meta de lo que viven cotidianamente. Para aquellos que esperan con ilusión y esperanza firme un final glorioso, feliz, gozoso, en el que esperan vivir en la felicidad y en el amor que nunca se acaba. Esto es lo que le da sentido a una vida vivida en tensión: llegar a una plenitud que nunca termine. Es lo que ofrece Jesús a aquellos que lo cuestionan. Llevar a la plenitud a quien reconoce que lo necesita y por eso se acerca a Él, consciente de que Él es la fuente de esa plenitud: "En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: 'Sígueme'. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: '¿Cómo es que ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?' Jesús les respondió: 'No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan'". Así se emprende el camino de la salvación: Reconociendo que Jesús ha venido a salvar a los pecadores. Y que, para recibir esa salvación, debemos empezar por reconocernos pecadores y necesitados de esa salvación.
Señor, siempre nos sorprendes con tu amor, ayúdanos a ser más Misericordiosos😌
ResponderBorrarEl camino de la salvación esta abierto a todos los necesitados y a aquellos que reconocen que lo necesitan, dice el Señor ..
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