viernes, 19 de febrero de 2021

El ayuno debe desembocar en la solidaridad con el necesitado

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Uno de los signos característicos del espíritu de penitencia, que se convierte además en indicación de la seriedad con la que se asume el avance por el camino de la conversión, es el ayuno. Ayunar es deslastrarse de aquellas cosas que son cargas pesadas para avanzar más fluidamente hacia la meta del encuentro con la felicidad plena que nos ofrece el Señor. A veces serán cosas, pensamientos y conductas que sabemos nos conducen a rutas diversas e incluso opuestas al encuentro con Dios. Otras, serán adherencias que hemos ido permitiendo en nuestro caminar y que son absolutamente prescindibles para nuestra propia vida. Y otras, finalmente, serán cosas que podemos llegar a considerar esenciales, pero que, al valorar por encima de lo nuestro lo que nos propone Dios, hacemos el esfuerzo por echarlas a un lado, seguramente no sin esfuerzo, para avanzar más ágiles a su encuentro. Jesús nos propone el ayuno como proceso de perfeccionamiento, en el cual damos muestras de la seriedad con la que asumimos favorablemente su invitación a ser suyos y a avanzar en el encuentro más profundo e íntimo con Dios. Pero Jesús, en esta invitación nos quiere hacer caer en la cuenta de la actitud que debe acompañar la acción. No se trata, sin duda, de un ejercicio exterior, en el cual queramos ser reconocidos, buscando que ese reconocimiento sea una especie de pago por el esfuerzo que se esté haciendo. El Señor quiere que el ayuno sea un signo de algo que está sucediendo muy en lo íntimo, en el corazón del hombre, convencido de la necesidad de un cambio radical de pensamientos y conductas. De nada vale un ayuno que no derrumbe el egoísmo, la vanidad, la falta de solidaridad. Un ayuno del que se saque provecho personal es lo más alejado del auténtico ayuno.

Desde el mismo principio, este sentido del ayuno estaba muy claro en lo que Dios exigía al pueblo. El ayuno debe lanzar a los hermanos. El fruto del ayuno es para los hermanos. Los beneficiarios principales del ayuno personal son los que están alrededor, más concretamente, los más necesitados. Debe ser un ayuno que entrañe y desemboque en la justicia, en la solidaridad con los hermanos, más específicamente con los más oprimidos, los desplazados de la sociedad, los que tienen hambre y sed y se sienten más desprotegidos: "Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: 'Aquí estoy'". El ayuno no es un acto individual, que se queda solo en la persona que lo hace. Tiene un profundo sentido sociológico, pues lanza inmediatamente a los hermanos. Quien hace ayuno y no se siente inmediatamente comprometido con el bien del hermano, está haciendo algo mal. La intención del Señor es que los hombres vivamos como hermanos, realmente comprometidos con el bienestar propio y con el bienestar de los hermanos. Si esto no sucede, no estamos entendiendo bien el sentido del ayuno. Además de los bienes materiales, tales como alimento, vestidos, techo, el ayuno nos invita a compartir lo más íntimo: la compasión, la misericordia, el perdón, el acompañamiento, la visita solidaria. El ayuno debe denotar el cambio radical que se da en el penitente, desde una actitud de individualismo y de indiferencia ante el hermano necesitado, hacia una actitud de amor, de solidaridad, de misericordia, de fraternidad. Elimina la mentalidad de "islas" que podamos tener.

Al estar convencidos de que un ayuno así nos eleva a nosotros mismos y nos hace encaminarnos hacia la meta de la felicidad plena a la que estamos todos llamados, nos confirmamos en que ese es el camino por el que nos invita Jesús a caminar. Es el camino por el cual encontraremos el verdadero sentido de la vida, por el que nos dirigimos a lo que Dios quiere de nosotros y que tendrá las mejores consecuencias para nosotros mismos, pues nos lleva directo a recibir aquella plenitud añorada que nunca se acabará. Por ello, el sentido del gozo se hace presente. Quien hace el ayuno en esa actitud siente satisfacción de lo que está haciendo, pues se sabe en la presencia de Dios que lo está convocando. No será, sin duda, un camino de pétalos de rosas, sino que estará plagado de cardos y espinos, por cuanto el mal se retorcerá para no permitir que se le alejen sus adeptos. En el ayuno asumido se presentarán contradicciones, persecuciones, burlas, incomprensiones, rechazos. Podrá haber incluso violencia. Pero la sensación de compensación total dará sentido a lo que se viva. Por eso, la alegría de vivir con buen espíritu la conversión por la que se está avanzado, llenará de una sensación de plenitud esa vivencia. Lo experimentaron los apóstoles, justificados incluso por Jesús: "En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: '¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?' Jesús les dijo: '¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán". El gozo de saberse haciendo lo que Dios quiere desplaza cualquier posibilidad de dejarse aplastar por el dolor o el sufrimiento. Saberse de Jesús, avanzar en la conversión, sentirse unido a los hermanos más necesitados, compensa con mucho cualquier carga negativa.

3 comentarios:

  1. Señor, qué podamos purificarnos de nuestras debilidades. Entrénenos nuestro corazón con el ayuno😌

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  2. La intención del señor es que nosotros vivamos como hermanos, que sigamos las acciones de Jesús y disfrutemos de su presencia en nuestras vidas.

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  3. La intención del señor es que nosotros vivamos como hermanos, que sigamos las acciones de Jesús y disfrutemos de su presencia en nuestras vidas.

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