La creación del universo tiene la impronta del amor divino. Solo el amor de Dios le da sentido a la existencia de todo. Fue en un arrebato de ese amor, autosuficiente en sí mismo, en el que Dios decidió la existencia de todo lo que no es Él. Por eso todo está imbuido en ese amor y tiene esa marca. La existencia tiene la marca de ese amor de Dios. Es como su señal de identidad. Solo lo que transparenta el amor del que ha surgido, puede decirse que viene de Dios. Por ello, todo lo que no refleja el amor divino, de alguna manera es una contradicción a su propio origen y se desmarca de su pertenencia a Dios. Y ese es el pecado: rebelarse al amor, a pertenecer al amor, a transparentar el amor del cual se ha surgido. Y ese amor, siendo marca de origen de todo lo que existe, lo es con mayor fuerza en el hombre, objeto final de ese amor. Todo existe por amor al hombre, y por ello el hombre es el que primero se debe identificar bajo la cualidad del amor. El hombre que no ama, o que no se deja invadir de ese amor, denigra de su propio origen, y de alguna manera deja de ser de Dios. El Señor buscará siempre recuperarlo, y llegará al extremo de ofrecer a su propio Hijo para lograrlo, pues el amor lo lanza a ello. El que se deje rescatar volverá a ser de Dios. El que no, se mantendrá obstinadamente en la lejanía de Dios. No será suyo. Y quien vive en ese amor divino, lo vive a su estilo, haciéndose realmente como Dios, no en el sentido de la autonomía o la emancipación absoluta que pretendía el demonio, sino en la identificación plena con la esencia del amor en Dios. Ese amor divino es trinitario, es decir comunitario. Dios es comunidad y por eso su amor esencialmente es comunitario. Viéndose a sí mismo concluye que el hombre que ha creado no puede vivir una realidad distinta a la suya: "No es bueno que el hombre esté solo". Es la conclusión lógica de esa identificación entre su amor y el que derrama sobre el hombre. La soledad no es característica del amor. Además, Dios es familia, por lo cual su imagen y semejanza, el hombre, no puede ser distinto. La mujer viene a complementar ambas cosas: la condición comunitaria del amor humano y la conformación de una familia como la divina.
Cuando aparece la mujer surgiendo de las manos del Creador, el hombre entiende que ya está completo: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será mujer, porque ha salido del varón". Adán tiene la sensación de estar completo con Eva. Haber surgido de las manos de quien es comunitario por esencia, del Dios Creador, le hacía echar en falta esa complementación. La mujer lo completa totalmente. El hombre sin la mujer no está completo. Y esto, bajo dos aspectos: el primero, en su esencia comunitaria como lo es la divina; y el segundo, en el amor humano compartido que le hará sentir la conjunción de su amor con el otro amor, el de la mujer, que hará que su vida tenga más sentido no solo en el amor fraterno sino en el amor humano de entrega plena al otro. La vida familiar será, entonces, reflejo de la vida familiar de Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen su imagen en la familia humana. Es en las manos de esta familia en las que Dios pone la responsabilidad de echar adelante la vida en el mundo: "Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne". Una nueva familia que surge es una buena noticia para el mundo que crece y se desarrolla así. El amor de un hombre y una mujer es el reflejo más claro del amor de Dios. Cuando un hombre y una mujer se aman nos están anunciando que Dios nos sigue amando a todos. Y cuando son la cuna de nuevas vidas, nos están diciendo que han asumido su compromiso de ser co-creadores de vida, como es Creador el Señor, que los asocia en esa sublime tarea. La mujer y el hombre son ese reflejo de sí mismo en el otro. Ser hueso de sus huesos y carne de su carne no es otra cosa que ser "otro yo".
Esa condición comunitaria con la que el Señor ha creado a la humanidad incluye a cada hombre y a cada mujer que existe, que ha existido y que existirá en toda la historia humana. Dios, esencialmente comunitario, no discrimina. No puede hacerlo pues la discriminación no están en su naturaleza. El amor no excluye. El amor nunca excluirá. Por ello, las ocasiones en que la Sagradas Escrituras pareciera sugerir una exclusión desde el amor, son más bien expresiones de lo que probablemente desearían algunos ultranacionalistas israelitas, o momentos en los cuales Jesús quería ejercer su oficio de Maestro, para dar a entender mejor su deseo de salvación universal. Así sucedió con la mujer sirofenicia que se acerca para pedir la liberación de su hija. Ella no se acerca a exigir nada. Se acerca con la mayor humildad para pedir de Jesús el milagro. Insiste a pesar del aparente rechazo y maltrato del Señor. Y esa humildad y disposición a aceptar la voluntad de quien sabe que puede hacer algo por su hija, logra arrancar de Jesús el milagro. Y el portento del Redentor es la confirmación de que nadie queda fuera de su amor. "'Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos'. Pero ella replicó: 'Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños'. Él le contestó: 'Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija'. Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado". La condición comunitaria de la humanidad creada, amada y redimida, no excluye a nadie. Hemos sido creados naturalmente comunitarios y nuestra salvación será también comunitaria. Mal puede excluir a nadie quien los ha creado a todos para que fueran una sola cosa, viviendo la fraternidad en la que se confirma que todos somos hijos del mismo Padre de amor.
Amén 🙏 Monseñor. Santísima Virgen María en la advocación de nuestra señora de Lourdes, intercede por nosotros ante el Señor, para que Dios tenga misericordia de nosotros y escuche nuestras intenciones en las necesidades, espirituales, de salud y materiales, especialmente además de nosotros, nuestros hijos y nietos, por las necesidades de salud del Papa y de sus intenciones, por el fin de la pandemia, por las mujeres maltratadas y necesitadas de milagros como la reflexión de hoy y por todos aquellos necesitados por tú infinita misericordia, especialmente por la franca recuperación de Marco y la Sra. Luisa Velázquez. En el nombre de Jesús. Amén 🙏. Buenos días hermn@s y que tengan un feliz día, en el Amantísimo Corazón de Jesús y María", pidiéndole igualmente a San Pablo Apóstol y a la Santísima Virgen María, que ruegen por nosotros. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén 🙏. Saludos y QDLSB.
ResponderBorrarA veces Dios nos mantiene esperado para profundizar nuestra Fe, porque lo que quiere es lo mejor para nosotros☺️
ResponderBorrarBellísima reflexión sobre el hombre y la mujer y el matrimonio y la familia, y de como el amor de Dios no excluye a nadie de su salvación. Que esa Misericordia del Señor nos enseñe a que si somos sus testigos, nosotros mismos seamos misericordiosos y solidarios, haciendo el bien sin mirar a quien. Ayudando generosamente a nuestros hermanos, para que seamos mas merecedores del Amor de Aquel que no se deja ganar en generosidad.
ResponderBorrarBien dice ésta reflexión, que es en las manos de la familia que Dios pone la responsabilidad de echar adelante la vida en el mundo. El amor de la familia sera el reflejo de la vida de Dios.
ResponderBorrarBien dice ésta reflexión, que es en las manos de la familia que Dios pone la responsabilidad de echar adelante la vida en el mundo. El amor de la familia sera el reflejo de la vida de Dios.
ResponderBorrarBien dice ésta reflexión, que es en las manos de la familia que Dios pone la responsabilidad de echar adelante la vida en el mundo. El amor de la familia sera el reflejo de la vida de Dios.
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