La ruta de la salvación es única. Solo quien se rinde al amor de Dios, quien se mantiene unido a su origen, quien cumple la voluntad del Señor, quien se esfuerza por vivir la fraternidad deseada por Dios para la humanidad, puede avanzar sólidamente por ella. Quien así actúa se ha convencido de que esa es la verdadera ruta de la felicidad y que cualquier otro camino es errado pues lo conducirá al alejamiento del amor, al egoísmo, al individualismo, a la pretensión absurda de creerse autosuficiente, de no necesitar de nada de lo que el Creador ha puesto en sus manos. No se trata de una anulación del propio ser, sino al contrario, de su exaltación, por cuanto es avanzar por el camino para llegar a la meta final, a la de la plenitud, a la de la felicidad que nunca se acabará. Dios no cancela la libertad del hombre. Tampoco el hombre se debe sentir constreñido a dejarla a un lado. Se trata más bien de procurar alcanzar la mejor manera de hacer uso de esa libertad donada, por cuanto es la que hará que se ascienda hacia lo que se debe ser. La verdadera libertad no busca nunca hacer que el hombre deje de ser lo que es, sino por el contrario, es la que impulsa a poner el mejor esfuerzo para ser lo que se debe ser. Y los hombres hemos sido hechos libres para esforzarnos, desde esa libertad que se nos ha donado, a ser auténticos hijos de Dios y verdaderos hermanos entre nosotros. Cuando no usamos así de la libertad, le estamos poniendo las cadenas que la anulan y la hacen convertirse en rémora dañina para nuestra vida. El respeto reverencial de Dios por esa libertad que le ha regalado al hombre es el que lo hace proponer y no imponer. Es desde esa libertad desde la que el hombre decidirá seguir o no al Señor. Más aún, Dios espera que la respuesta del hombre sea hecha desde esa misma libertad. Una respuesta que no sea libre no tiene sentido para Dios. La esclavitud, es decir, no dejarse llevar por la libertad, no tiene sentido en la mente de Dios que quiere al hombre suyo desde su decisión libre de toda coacción.
Desde el mismo principio de su existencia como pueblo, Israel recibió de Dios la propuesta de seguimiento. De ninguna manera era una imposición autoritaria, pues Dios no quería borregos a su lado. Quería hombres y mujeres que entregaran su corazón a su amor, convencidos que Él era el único Dios, el Creador, el Providente, quien los sostenía y los impulsaba para que avanzaran por el camino hacia la tierra prometida. Llegar a esa tierra y disfrutarla es el signo de lo que sucederá al final de los tiempos. La peregrinación del hombre que recibe y acepta la invitación de Dios a seguir avanzando con Él es el signo de la vida de cada hombre que valora esa plenitud final como lo más añorado. Por eso, en busca del compromiso de quien acepte su invitación, a través de Moisés, Dios les transmite su propuesta y su voluntad: "Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla. Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo les declaro hoy que morirán sin remedio; no durarán mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán. Hoy cito como testigos contra ustedes al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que vivan tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a Él, pues Él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob". La propuesta es clara. Decidirse a seguir al Señor es la verdadera vida. Decidirse por no seguirlo acarrea la muerte. Pero si nos decidimos a seguirlo, asumimos el compromiso de ser fieles en ese caminar. Es un camino que se debe asumir con responsabilidad.
Si llegamos a valorar bien la propuesta de Dios y nos decidimos a aceptarla, debemos poner en la balanza los valores que vivimos para decidirnos por los mejores. Puede ser que nosotros valoremos en gran medida muchas de las cosas que tenemos y disfrutamos, pero que algunas de ellas no sean buenas para avanzar por el camino de avance en el seguimiento del Señor, y que, por el contrario, en ocasiones se conviertan en rémoras que nos impidan avanzar o que nos hagan el camino más pesado. Por ello, al colocarlas en la balanza debemos saber valorar lo que debemos conservar y lo que debemos dejar a un lado para que no estorbe. El camino de seguimiento y de fidelidad a Dios es un camino atractivo que nos hace ver qué es lo mejor para poder avanzar expeditos. Y si lo que nosotros tenemos en nuestra vida, aun siendo bueno, debe ser dejado a un lado para avanzar más cómodamente, no deberíamos dudar en hacerlo. Más aún si es algo dañino que nos puede desviar del camino y hacernos perder. Dios nos quiere suyos con todo lo que somos y tenemos. Pero nos quiere suyos sin los estorbos que pueden hacer que su presencia en nuestras vidas sea incómoda. Se trata de ser nosotros mismos hasta las últimas consecuencias, valorando correctamente lo que sirve para una mejor unión con Dios, y desechando lo que puede poner en riesgo nuestro camino de fidelidad: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 'El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día'. Entonces decía a todos: 'Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?'" Si colocamos en la balanza lo que somos y lo que Jesús nos ofrece ser, nos percataremos de que lo que Jesús nos pone en la perspectiva es, con mucho, lo mejor, pues implica avanzar por el camino que nos hará llegar a la plenitud del amor y la felicidad en Dios y en la eternidad de su gloria.
Señor, solo nos pides q salgamos de nuestras costumbres no creyentes que hemos adquirido. Se tu nuestra felicidad☺️
ResponderBorrarEs con mucho lo mejor estar contigo Señor...🙏❤️
ResponderBorrarAyúdame Señor a seguir el camino correcto, sóla no puedo, ya que soy testigo que es mejor 1 día contigo que 1.000 fuera de ti...🙏🛐❤️
Los hombres hemos sido hechos libres, para ser auténticos hijos de Dios y verdaderos hermanos entre nosotros...
ResponderBorrarLos hombres hemos sido hechos libres, para ser auténticos hijos de Dios y verdaderos hermanos entre nosotros...
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