De entre las cualidades humanas más apreciadas en general por todos está la de la coherencia de vida. Una persona que tiene una sola dirección, en la que coincidan lo que piensa, lo que dice y lo que vive, es una persona de confianza, de la que se puede esperar siempre una conducta acorde con su pensamiento. No se trata, por tanto, de alguien que se mueva según vaya la dirección del viento, lo que se conoce como veleta. No es voluble ni frágil, sino que es sólido y consecuente. Es muy conocida la sentencia que pone sobre aviso acerca de aquellos que presentan una conducta muy distinta a su pensamiento: "Quien no vive como piensa, termina pensando como vive". Es decir, quien vive adaptando su conducta a los aires del momento tendrá una personalidad tan variable, que al final será imposible saber quién es y qué es lo que en definitiva piensa. Es una demostración inmensa de fragilidad y de inmadurez, por cuanto una persona que ha asumido ya una posición en la vida, demuestra que ya ha discernido bien su futuro y enfila su pensamiento y sus esfuerzos en alcanzar esa meta que se propone, haciendo que todo gire alrededor de ese ideal elevado y privilegiado que se ha propuesto. Quien está continuamente cambiando de estilo de conducta y de pensamientos, asemejando un ave que pasa de flor en flor picoteando en cada una de ellas, demuestra que no ha asumido una posición sólida y tiene que estar probando algo nuevo constantemente. Son las mentes y las conductas débiles que serán presa fácil de aquellos que sugieren novedades a cada instante como modo de manipular y dominar sobre esa fragilidad que es su campo de acción. Es ese el fundamento de una publicidad que va creando necesidades nuevas, que va proponiendo la sustitución de lo que no es del día, que supone todo desechable, que ridiculiza lo que aún es útil pero que está "pasado de moda". Y es la plataforma de lanzamiento para un pensamiento que considera absolutamente todo lo que existe como desechable, incluso la propia vida, por lo que hace fácil la entrada para cuestiones más trascendentes como la fe que debe siempre estar en sospecha pues propone compromisos y responsabilidades estables, la vida matrimonial y familiar que no podría ser asumida como tarea a largo plazo pues ello iría contra la libertad del hombre, la misma vida humana que dependería más de su utilidad o de la medida de afectación sobre quien supuestamente puede decidir sobre ella que de su valor intrínseco por lo que se podría prescindir de ella según sea el momento en que se vive y se da así luz verde para el aborto o la eutanasia u otro tipo de heridas contra ella... La falta de coherencia tiene, sin duda, consecuencias terribles contra la misma vida.
Por eso es tremendamente atractivo el mensaje que lanza Jesús acerca de la coherencia y de la consecuencia que se debe vivir para demostrar la solidez de los pensamientos y la oportunidad de las conductas: "No juren en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que el hablar de ustedes sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno". Jesús pone esta insistencia para que entendamos que la solidez no viene de un "compromiso" exclusivo de la palabra, que puede llegar a ser falso o manipulado, sino de lo que se demuestra como convicción por estar respaldado por la conducta. No es el prometer cosas lo que debe convencer, sino el cumplir con la promesa, el asumir honestamente una conducta positiva, en la que no haya manipulación o vacío de compromiso. Lamentablemente, nuestro mundo nos está enseñando todo lo contrario. Que hay mayor beneficio en el pintar pajaritos lindos a todos, aunque finalmente esos pajaritos sean irreales. Y muchas veces los hombres les facilitamos el camino, pues nos dejamos engañar con esas promesas vanas. Pareciera que le diéramos carta blanca para que sigan engañándonos, pues nos gustaría que lo hagan. Es la táctica que se utiliza en la política, en la publicidad, en el mercadeo. La gran arma que esgrimen es la mentira y la manipulación para lograr convencer a los incautos que han perdido la capacidad de discernir la verdad o la mentira de lo que se propone. Ante esto, Jesús también nos invita a ser "astutos como las serpientes", aunque nos haya invitado antes a ser "mansos como las palomas". No quiere Jesús pasividad de borregos que digan sí a todo y que cambien de parecer según sea el viento que sopla. Nos invita a tener cierta malicia para desconfiar de quien quiere conquistarnos para el mal y la mentira, revistiéndolos de bondad y de conveniencia, según el momento que se viva. La verdad, definitivamente, es que el bien, la verdad, el amor, no dependen de conveniencias o de aires del momento. Son realidades que trascienden y son estables e inmutables. El bien, la verdad y el amor serán siempre bien, verdad y amor, aquí y en todas partes, ahora y en cualquier momento. No tienen ropajes o disfraces que dependan de algo externo, sino que se visten de sí mismos, dejando claras su solidez y su trascendencia.
Es esto lo que quiere Jesús cuando nos invita a esa coherencia de vida, de palabra y de pensamiento. Él quiere contar para su empresa, la más importante de todas, que es la salvación de la humanidad por su amor infinito y eterno, con hombres sólidos. Hombres que se comprometan en la búsqueda de la verdad, que es la adecuación de la idea con la realidad. No hay otra vía para vivir esa verdad que asumirla y hacerla propia. Si no se llega a hacer así, siempre se estará en el área de la oscuridad, de la mentira, de la manipulación, por lo tanto, de la insatisfacción, pues la verdad es la que nos hará plenamente libres y nos dará la completa felicidad. Al hacerla propia, nos sentiremos en armonía entre lo que vivimos y lo que creemos, entre lo que es verdad y lo que asumimos, entre lo que creemos y expresamos... No existe mayor serenidad interior que conocer la verdad, hacerla propia, asumirla con todas las consecuencias y vivirla hasta el extremo. La misma fuerza de la verdad se hará fuerza propia. La ilusión de vivirla nos animará. La esperanza que nos ofrece vivirla nos da fuerzas para ansiar el futuro de la eternidad concorde a ella. Jesús mismo se definió como la Verdad: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". Ante Pilato, cuando éste le preguntó sobre lo que era la verdad, Jesús calló, como diciendo: "La tienes al frente, ¿y no caes en cuenta?" Para los cristianos la Verdad es Jesús, es Dios, es su amor, es su salvación, es la fraternidad que promueve. No hay verdad fuera de ésta. Todo lo que se salga de ello o se le oponga o la ignore, la hiere y nos aleja de la felicidad plena. Vivir fuera de la verdad es vivir en la tristeza, en la desesperanza, en la intranquilidad interior. No hay paz interior ni de conciencia cuando no se vive en la verdad... Ella compromete, pues quien la vive conquista a Dios y le permite a Él que lo conquiste. Fue lo que le sucedió a Eliseo, elegido por Elías para ser su sucesor, siguiendo la sugerencia del Señor: "Partió Elías del monte y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien se hallaba arando. Frente a él tenía doce yuntas; él estaba con la duodécima. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima". Eliseo era un hombre de Dios, coherente y comprometido con Yahvé. Así puede suceder con cada uno de nosotros. Que el Señor pueda encontrar en cada uno hombres comprometidos con la verdad, coherentes con ella, responsables y comprometidos, que conquisten su corazón y se dejen conquistar por Él para ser sus seguidores y sus anunciadores en medio de un mundo que huye de la verdad y del compromiso.
Para el buen cristiano la palabra dada al Señor debe ser suficiente para garantizar su compromiso de cumplimiento. La persona de mayor valor es aquella que demuestra coherencia entre lo que dice y lo que hace, este es el mensaje de Jesús, para todos nosotros...
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