sábado, 20 de junio de 2020

El Inmaculado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús son uno solo

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA. PREPARACIÓN DE 33 ...

San Juan Eudes tiene una tesis entrañable sobre la unicidad de los corazones de Jesús y de María. En vez de nombrarlos a cada uno individualmente, los identifica de tal manera que habla de uno solo en los dos. Lo llama "El Amantísimo Corazón de Jesús y María". Recuerdo que la primera vez que lo oí no perdí la ocasión de demostrar mi "sabiduría" haciendo la corrección que me parecía pertinente, diciendo que se debía decir "Los Amantísimos Corazones de Jesús y de María". Un sacerdote eudista al que le hice esta observación tan "sabia", demostrando muchísima delicadeza me hizo remontarme a la mente de San Juan Eudes y me aclaró que no había ningún error, pues era lo que él enseñaba y de lo cual estaba plenamente convencido. Eso me sirvió mucho para meditar sobre la cercanía absoluta entre Jesús y María, y más allá, en la identificación plena entre ambos al punto de ser uno solo. María es la mujer elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo. En esa encarnación del Verbo eterno de Dios no hay concurso de varón, por cuanto, según lo anunció el Arcángel, "el Espíritu Santo vendrá sobre ti, te cubrirá con su sombra, y tú concebirás en tu vientre y darás a luz un Hijo al que pondrás por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros". La totalidad de la carne que tendrá el Dios hecho hombre será aportada por María. Es Ella la única fuente para la humanidad del Hijo de Dios. Eso explica la necesidad de que esa carne fuera totalmente limpia, por cuanto iba a ser la carne que revestiría de humanidad al Dios que se encarnaba en Ella. No podía venir esa carne ni ser ella misma, contaminada por la impureza que había sido agregada por el pecado del hombre, sino que tenía que tener la cualidad de pureza infinita, tal como había surgido originalmente de las manos del Padre Creador. Por eso María fue previamente purificada, concebida totalmente pura, redimida con antelación, para que la carne que iba a proveer a su Hijo gozara de aquella limpieza necesaria que iba a lograr su mismo Hijo posteriormente para todos los hombres con su muerte futura en la Cruz. Los méritos que alcanzaría su Hijo en el gesto ignominioso de su entrega a la muerte, lo cual alcanzaba la redención para toda la humanidad, les fueron aplicados anticipadamente a su Madre, de modo que la carne que tomara de Ella fuera absolutamente pura, como correspondía a Dios. Él no podía recibir el aporte de una carne contaminada por el pecado. Toda María, desde el primer momento de su existencia, por haber sido elegida eternamente para ser la Madre del Redentor, era absolutamente pura. Por eso, su corazón es Inmaculado, como el de su Hijo, pues es el mismo.

Esa identificación plena de María y de Jesús es tal que, científicamente hablando, podríamos afirmar que toda la carga genética de Jesús venía de María. En lo razonable que podemos ir pensando, la figura humana de Jesús era una copia absolutamente idéntica a la de María. Incluso podríamos decir que los rasgos físicos de Jesús debieron ser exactamente iguales a los de su Madre. Cada gesto, cada rasgo, cada entonación, cada rincón de su cuerpo, necesariamente tenían que ser los de su Madre. Si los hijos adquirimos esas características de nuestros padres por ser los referentes primeros que tenemos, de los cuales copiamos pensamientos, conductas, rasgos, gestos, palabras, podemos decir que en Jesús eso fue aún más marcado pues a esa posibilidad de "copiar" a María por la convivencia cotidiana, ya se le había anticipado el hecho de su origen físico, que tenía como única fuente la carne de Ella. Algunos teólogos se han dado en llamar a María "El rostro materno de Dios". Ciertamente lo es. Sobretodo si nos referimos, como lo hacen ellos, al rostro de aquella que tiene en sí los rasgos extraordinariamente puros de aquel Dios que quiso que el hombre fuera su "imagen y semejanza", pero que él contaminó con el pecado que añadió a su ser, con lo cual desvirtuó esa imagen y semejanza, pero que en María conservó absolutamente aquella igualdad del origen. Y más allá de eso, refiriéndolo a la naturaleza humana del Verbo que se hace carne en María, en vez de pensar en Ella, y pensando esta vez en Jesús, podríamos decir que Jesús es "El rostro divino y filial de María". Es de Ella de quien tiene todo lo humano. Dios eleva la carne de María a la condición divina en Jesús. Toda la carne del Hijo de Dios hecho hombre es carne de María, por lo cual, en esa carne de María se da el fenómeno adelantado de la divinización del hombre. La carne de Jesús es la carne divinizada de María. Y en ese paso gigantesco que da la materia humana en María, estamos todos integrados. Nuestra Madre logra para todos nosotros esa misma divinización que Ella obtiene para sí, pues nuestra humanidad está toda misteriosamente conectada. La suerte de uno será la suerte de todos. La divinización de uno es la divinización de todos. La divinización de nuestra Madre es la divinización de todos sus hijos. Por ello, por esta misteriosa unidad que vivimos todos los miembros de la raza humana, vamos recorriendo la misma ruta de María, que en definitiva es la ruta de Jesús. Ella es la primera discípula de su propio Hijo, por lo cual nos va haciendo también a cada uno de nosotros, misteriosa y providencialmente, discípulos de Jesús.

María tiene como riqueza personal el ir dando exactamente los mismos pasos de su Hijo. Es limpia de todo pecado como su Hijo. Es elegida desde la eternidad para ser la Madre del Verbo tal como fue elegido también su Hijo eternamente para ser el Redentor del mundo. Se pone a la absoluta disposición de Dios al decir: "Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí según tu Palabra", al igual que lo hizo su Hijo al ser enviado por el Padre: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". Sufre el rechazo del hombre al que ama, José su esposo, de la misma manera como su Hijo sufre el rechazo de todos aquellos a los que ama y que viene a rescatar del pecado y de la muerte. Tiende la mano a su prima Isabel, que por anciana está desarrollando un embarazo riesgoso y va a acompañarla en esos momentos de peligro, como lo hace Jesús tendiendo la mano a los más necesitados como a los paralíticos, los leprosos, los ciegos, la mujer con flujo de sangre, a los que cura con amor. Aquel corazón compasivo de su Hijo que da de comer a los hambrientos con la multiplicación de los panes y que resucita al hijo de la viuda que con su muerte lo había perdido ya todo en este mundo, lo refleja también Ella cuando se preocupa del apuro que viven los jóvenes esposos en Caná al acabarse el vino en su fiesta de bodas. Vive la Pasión con su Hijo y lo acompaña hasta el momento final de su entrega: "A los pies de la Cruz estaba María, la Madre de Jesús". Así como el corazón de Jesús fue traspasado por la lanza del soldado, a María también le es anunciado que será atravesada por una espada de dolor al ver a su Hijo muerto ante Ella: "Y a ti, una espada te atravesará el corazón", con lo cual tiene en cierto modo la experiencia de la muerte, la que vive toda madre que ve morir al hijo de sus entrañas. Ciertamente el Corazón de Jesús y el de María son uno solo. No hay diferencia entre ellos. Lo mismo que vive Jesús lo vive María. Y por ello, al igual que su Hijo, Ella ha irrumpido con su cuerpo glorioso en el cielo, siguiendo las huellas dejadas por Jesús, pues la suerte de uno es la suerte de los dos, porque es la misma suerte. Y con ello, nos asegura a todos seguirla en sus pasos hacia el cielo. Ella es figura de la Iglesia y modelo que seguiremos todos sus miembros. Si sus pasos son los que ha dado Jesús, los pasos de cada uno de nosotros serán los de Ella que, al final, serán los de su Hijo. Como Ella, entraremos a gozar del cielo, junto al Padre. Y como Ella, en ese corazón Inmaculado que es el mismo de su Hijo, viviremos nosotros la alegría plena de ser tan puros como Ella para toda la eternidad, en un amor y una felicidad que jamás tendrán fin.

1 comentario:

  1. Demasiada pura, hermosa , íntima esa unión de los Corazones de Jesús y Maria... bellisimo análisis y explicación con la cual nos convencemos de la importancia para nosotros de que Por nuestra Madre llegamos a Jesús....

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