Para Dios no valen las medias tintas. Él sabe muy bien, porque así lo ha establecido, que la plenitud del hombre está sólo en Él y en servirle con fidelidad. No hacerlo le acarreará al hombre no solamente un castigo, sino una consecuencia natural, que no se basa sólo en la ira de Dios, sino en su ausencia total con la consecuente pérdida de la plenitud en la que podría vivir de estar con Él... Dios nos ha creado para Él y por lo tanto la única plenitud posible está en vivir en Él, por Él y para Él. "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti", dijo San Agustín. Es la realidad tremenda del hombre, que puede ser alcanzada hasta llegar a esa plenitud sólo bastando que el hombre se disponga a vivirla con ilusión. Depende sólo de él el que se dé, pues la parte de Dios está perfectamente cumplida. En su eterno designio de amor en favor del hombre, tiene su mano siempre tendida hacia él para que con un simple gesto de aceptación esta plenitud sea real...
Lamentablemente, la historia de la humanidad es la historia de los gestos contrarios del hombre hacia este designio divino. En su empeño por autodeterminarse absolutamente, el hombre ha hecho siempre lo que hicieron Adán y Eva desde el principio: Se ha dejado llevar por el espejismo de la plenitud sin Dios, queriendo erigirse a sí mismo en dios y pretendiendo ser completamente autosuficiente, atendiendo a la insinuación demoníaca: "Ustedes serán como dioses"... En la historia de Israel tenemos suficientes indicios para poder concluir que la historia de un hombre que quiera dejar a Dios a un lado es historia de oscuridad y de miseria, de esclavitud y de destrucción, de penumbras y tristezas... Los reyes que fueron fieles a Dios y que le sirvieron preservando siempre en el primer lugar al origen de toda realeza, obtuvieron el favor de Dios, lograron de Yahvé el amor y el apoyo en las grandes gestas que tuvieron que emprender, vencieron portentosamente a los pueblos y ejércitos rivales, aunque fueran muy poderosos... No hubo rivales suficientemente fuertes, aunque fueran más numerosos y mejor dotados... Por el contrario, al decidirse a servir a otros dioses, al esclavizarse a ídolos absurdos, al ponerse en las manos de criaturas como si fueran dioses, sufrieron las consecuencias más terribles de ese abandono. No sólo porque Dios los castigara, sino porque abandonaban al que era el mejor apoyo y perdían así toda la fortaleza que hubieran podido haber tenido. No sólo los castigaba Dios, sino que se castigaban ellos mismos, apoyándose en los absurdos que ellos mismos se construían... Es el absurdo ingenuo, como el de Israel en el desierto que, construyéndose un ídolo, el becerro de oro, proclamaban a los cuatro vientos: "Este es el dios que te liberó de Egipto", sabiendo muy bien que ese ídolo había surgido de sus propias manos y lo habían construido ellos mismos con las joyas que llevaban entre sus tesoros...
No servir a Dios y decidirse a servir a dioses, a ídolos construidos por ellos mismos, a criaturas que son para el servicio del hombre y no para su esclavitud, es el contrasentido mayor de la vida de los hombres. Y sorprendentemente es el absurdo más repetido en la historia de la humanidad. Nos empeñamos en seguir metiendo la pata, en seguir avanzando por ese camino que nos lleva a la destrucción, en tocar absurdamente a las puertas de una supuesta felicidad que no se encuentra allí, sino que es donación amorosa de Dios a todo el que llegue al umbral de su presencia para bañarse de su amor... Una y otra vez cometemos el mismo error de Adán y Eva, de los reyes de Israel, de los fariseos, de Judas Iscariote, de los romanos perseguidores, de los esclavistas modernos, de los abortistas, de los corruptos, de los drogadictos, de los alcohólicos, de los hedonistas... Sólo cambia el nombre del ídolo, pero en esencia es la misma infidelidad, que busca obtener una plenitud absurda negando al Dios verdadero. Unas veces lo llamamos dinero, otras veces comodidad, otras veces placer, otras veces poder y dominio... Pero es, en esencia, el dios que hemos decidido que sustituya al único que da la plenitud... Es un absurdo en el que vale la pena preguntarse: si somos capaces de hacernos esclavos de esos ídolos, ¿por qué no ponernos en las manos del único que nos dará la verdadera plenitud, del Dios que nos promete de verdad ser grandes con Él, y no dejarnos engañar por estos que sabemos bien que no darán jamás esa felicidad que buscamos, pues ya está suficientemente comprobado? Paradójicamente, en la búsqueda de una autoafirmación en donde Dios no esté presente, nos dejamos hacer nada, humillar, aniquilar, por ídolos que no dan la talla ante un Dios que es infinitamente superior...
Jesús nos pone sobreaviso ante la historia humana: "Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso al segundo. No pueden ustedes servir a Dios y al dinero". Él sabe muy bien que el hombre tradicionalmente se ha equivocado, y quiere que no lo vuelva a hacer, ofreciendo su mano redentora y liberadora. Él ha establecido, como Dios, que será el único que dé la plenitud. Pero sabe que el hombre toma su propia decisión. Y por eso quiere convencerlo de hacer la elección justa y correcta. No es un Dios que deja solo al hombre en su decisión. Aunque será libre en ella, ofrece el camino correcto, el de la elección justa, el de la única plenitud posible, que es la que se encuentra en Él y en su amor. Fuera de ese camino sólo habrá frustración, y no es lo que Él quiere para los hombres, a los que ha creado y sostenido en su amor...
Solo unas pocas palabras. Que duro suena, pero que real es. Cuando nos separamos del amor de Dios, definitivamente perdemos el rumbo.
ResponderBorrarTotalmente de acuerdo, Carlucho... Es la causa de la desazón de miles, que a veces ni siquiera pueden precisar la razón... Sólo en Dios tenemos la compensación plena... Saludos a Raquel y a las niñas. Un abrazo. Dios te bendiga
Borrar"No es un Dios que deja solo al hombre en su decisión" Esta frase me llama la atención. Muchas veces nos sentimos abandonados por el Padre , en otras el discernimiento nos mantiene pensando de aquí para allá. "La elección justa y correcta" a veces está muy escondida por nuestra condición humana. ¡Que no está fácil en el mundo actual ser un verdadero cristiano! Pero se puede. Bendición Monseñor.
ResponderBorrarAsí es, Ma. Auxiliadora... Nosotros tomamos nuestra decisión, pero Dios nos da luces para hacerlo. Somos libres, pero Dios no nos deja solos. Y sus inspiraciones son la mejor luz que podemos tener para poder elegir. Saludos a tu familia. Dios te bendiga
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