Pedro y Pablo son las columnas de la Iglesia primitiva. A Pedro Jesús le dijo directamente: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Es la piedra sólida que deja Jesús para el edificio de la Iglesia, de modo que Ella tenga el fundamento más firme posible. Quien ha recibido del Padre la inspiración para definir exactamente la esencia más profunda del Redentor, no puede fallar... "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo..." Y Pablo, el perseguidor de las primeros discípulos, fariseo y orgulloso de serlo, con una formación exquisita en la Ley de Dios, después de ser tumbado por el mismo Cristo en el camino de Damasco, es reservado por Éste para anunciar la Buena Nueva a los gentiles... La elección de ambos, con ser motivada en el detalle de sus inspiraciones, no se basa en sus grandes conocimientos o en su grandes dotes de dominio de masas o en su valentía extrema... Ya han demostrado, claramente, que ninguna de esas cosas les bastó para entender en un primer momento el mensaje y la obra de salvación que Jesús había venido a traer... Pedro negó a Jesús tres veces, tal como Él se lo había vaticinado. El miedo pudo más que él, y se comportó exactamente al contrario de lo que se esperaba en aquel momento determinante... Y a Pablo no le bastó el ser profundo conocedor de las Escrituras para descubrir en Jesús al Mesías prometido, al que esperaba Israel para ser el gran Liberador del Pueblo... Consideró a los cristianos subversores del orden religioso y por eso los perseguía y los entregaba con saña para quitarlos de en medio... A ambos Jesús los enfrenta. Pero es un enfrentamiento de amor, en el cual Jesús reconoce, antes que todo, que no tenían malas intenciones en su conducta. En uno, dominó el miedo y la cobardía. En el otro, el exceso de celo por la causa de Yahvé...
Pedro recibe el detalle más hermoso de parte del mismo Jesús, en Cafarnaúm, cuando por tres veces le pregunta si lo ama... Jesús no se deja ganar en amor, y con ello hace que la deuda de las tres negaciones de Pedro quede totalmente cancelada con las tres afirmaciones de amor. A Pablo, después de tumbarlo, le hace caer una ceguera que sólo será curada con el cuidado y el adoctrinamiento de Zacarías, quien lo toma como su discípulo ocasional y lo prepara para ser el Apóstol de los Gentiles, como lo había establecido el mismo Jesús... La elección de ambos no es una cuestión de formación o de valentía. Es una cuestión de amor. Clarísimo e inmenso amor. No los elige Dios porque estuvieran ya preparados . Los elige porque los ama y los prepara para que den testimonio de Él y de su amor delante de todos... Es la experiencia que tienen ellos al entregarse con ilusión a la labor misionera de aquella primera Iglesia que daba a conocer a Jesús y su obra redentora...
La experiencia que tienen ambos es la de la compañía, la defensa, la inspiración de Jesús en el camino de su apostolado... Por un lado, Pedro dice: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos". Por el otro, Pablo afirma: "Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo". Ambos hablan de liberación, de protección, de defensa de todo mal... Han vivido en carne propia la presencia de Jesús en el camino de su ministerio. Jesús, ciertamente, los libra, los acompaña, los ilumina, los defiende... Pero, si es una absoluta seguridad la que tienen ellos de esta presencia liberadora de los peligros que reciben de Jesús, ¿cómo es que luego mueren mártires? ¿No era una absoluta certeza el que Jesús los libraría de todo mal? ¿Por qué no los libró de morir bajo el yugo de los verdugos?
Tenemos que colocarnos en una perspectiva diversa... La liberación no es de la mano que los asesinaría, sino de los temores, de las soberbias, de las seguridades, que estorbaran al ejercicio de su apostolado.Pedro y Pablo ya nunca más tuvieron la tentación de negar o de perseguir a Jesús. Eran de Él, definitivamente, totalmente. Y esa fue la gran liberación. Sí los liberó físicamente en los momentos en que fue necesario. Pero cuando ya habían cumplido su parte, cuando la tarea estaba cumplida, simplemente la muerte fue la verdadera liberación, para que gozaran del tesoro que les estaba reservado. Jesús los liberó de temores, de soberbias, de respetos humanos, de cálculos interesados, de pretensiones personales, de búsquedas de prebendas... Esa fue la gran liberación, la que los hizo las columnas de la Iglesia naciente...
Pedro y Pablo son el modelo de los que han sido liberados para anunciar a Jesús, su amor y su obra salvadora, a los hombres. Han sido liberados por Jesús incluso de sí mismos. Todo cristiano que quiera convertirse en anunciador de Jesús debe vivir esa misma liberación. Todos debemos sentir que somos liberados de las fauces del león que nos llena de temores, de soberbia, de búsqueda de metas interesadas... Todos debemos sólo pensar en que lo importante es Jesús. Que lo importante es vivir con el corazón arrebatado por su amor y por su redención. Que nada hay que pueda estar por encima de eso.. Ser apóstol como Pedro y Pablo es ser liberado de todo lo que nos impida ser anunciadores entusiasmados y enamorados de Jesús, para que su amor llegue a los corazones y a las vidas de todos los hermanos...
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