Existen lo que el P. Agustín Augustinovich, connotado biblista franciscano croata, llamó los "Evangelios incómodos". El P. Alessandro Pronzato los llamó por su parte "Evangelios molestos". Son los Evangelios en los que Jesús nos invita a actuar contra toda lógica humana, yendo contracorriente a lo que dictaría cualquier conciencia de autodefensa y sobrevivencia básica. "Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames"... ¿A quién se le ocurre actuar así? Ciertamente, esta invitación de Jesús carece de toda lógica humana. Lo que nos dicta la conciencia humana en primer lugar ante situaciones de este tipo, es la autodefensa. Ante quien viene a hacerme daño, lo primero a lo que tengo derecho es a la defensa propia. Es cierto que Jesús nos invita a ser "mansos como las palomas". Pero al mismo tiempo nos invita a ser "astutos como las serpientes".
A propósito, vienen muy bien estas palabras del Papa Francisco: “Pidamos hoy al Señor que nos dé esta gracia de ser astutos, cristianos astutos, tener esta astucia cristiana. Si hay algo que el cristiano no puede permitirse es ser ingenuo. Como cristianos tenemos un tesoro dentro: el tesoro que es el Espíritu Santo. Debemos custodiarlo. Y un ingenuo allí, se deja robar el Espíritu. Un cristiano no puede permitirse ser ingenuo. Pidamos esta gracia de la astucia cristiana". Se refiere sobre todo a los que pretenden engañar con corrupción y malversación de fondos. Pero se puede aplicar a toda situación humana de desventaja. La aplicación de la lógica humana es más que razonable aquí.
Pero Jesús en este caso, está elevando de nivel la consideración. No se está quedando simplemente al nivel de la lógica humana, sino que sube un peldaño, hacia la lógica divina. Es una lógica-sobre-lógica. Nos está invitando a elevar nuestra conducta más allá de lo que actuaría simplemente en el nivel humano, para alcanzar el nivel divino: "Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sean compasivos como su Padre es compasivo". Es la misma invitación que nos ha hecho cuando nos llama a "ser perfectos como su Padre del cielo es perfecto". Jesús espera de nosotros mucho más. Espera que no nos contentemos con los mínimos a los que estamos acostumbrados, pues si lo hacemos, nos pregunta: "¿Qué mérito tienen?" Sería actuar exactamente igual que cualquiera de los que están a nuestro alrededor, sin que nuestra condición de hombres y mujeres de fe establezca ninguna diferencia.
Pablo lo comprendió muy bien, y en su preocupación pastoral y paternal por los fieles de Colosas, manifiesta claramente cuál debe ser la meta de los que quieren avanzar en la perfección cristiana: "Como elegidos de Dios, santos y amados, revístanse de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellévense mutuamente y perdónense, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo". Es comportarse como lo hace el mismísimo Dios. Su ejemplo de vida es él mismo: "Sean imitadores míos como yo lo soy de Cristo"; no por él, sino porque él imita a Cristo, el modelo perfecto de todo cristiano.
Jesús no quiere tontos. Jesús quiere héroes. Solo los héroes son capaces de hacer lo que Jesús nos pide. Hay que ser héroes para alcanzar las cotas de perfección a las que nos llama Jesús. Se necesita de mucho autodominio para lograrlo. Y esto no será fruto de un itinerario de interiorización o control de las emociones con técnicas psicológicas, sino de un abandono cada vez más confiado en las manos del único que puede lograr alcanzar esta meta en nosotros. Seremos héroes no por nuestros méritos, sino por la acción de la Gracia de Dios en nosotros. Solo cuando lleguemos a dejar habitar a Jesús en nuestros corazones, lograremos llegar a ese nivel de exigencia que nos pone Jesús. Por eso Pablo llegó a afirmar convencido, "Vivo yo, pero ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí". Es la única manera de llegar a ser esos héroes que nos pide ser Jesús. El resultado será algo extraordinario para nosotros: "Les verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que usen, la usarán con ustedes".
Jesús nos exige, pero es una exigencia de amor hacia él y para llegar hacer héroe debemos modificar nuestra vida ,construyamos una casa sobre roca sólida y no sobre arena eso nos pide Jesús, amén!!!
ResponderBorrarQue el Espíritu Santo, nos fortalezca nuestra fe, como la de Pablo: vivo yo, pero no soy yo quien vive, si no Cristo vive en mí. Para llegar a ser sus heroes.
ResponderBorrarUn cristiano no puede permitirse ser ingenuo que Dios lo bendiga padre
ResponderBorrarMuy hermosa reflexión
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