viernes, 25 de abril de 2014

No hay más redentores

Siempre he escuchado que los hombres en general somos caudillistas... Y no es falso. Cada tanto aparecen personajes que descuellan y se convierten en "salvadores" de la humanidad. No es falso ni es nuevo... En todas las épocas de la historia han aparecido hombres que con su personalidad, con sus recursos de poder, con su labia, con los instrumentos con los que puedan a bien hacerse, logran conquistar masas, obnubilarlas y embaucarlas... Parecerían narcotizadores de oficio que han aprendido muy bien su tarea. Y en contraparte, siempre ha habido gente para ellos... "Todos los días nace un tonto, y el primero que lo vea es de él...", reza el fatal y terrible dicho popular. Los que buscan dominar masas lo saben bien y están al acecho para ganarse a sus seguidores. Así como hay embaucadores de oficio, hay apoyadores de oficio... Son esos que viven una situación de dolor, de postración, de dificultad, de necesidad, que llega incluso a ser extrema, y están a las espera de una mano que los pueda apoyar y sacar de su postración...

En todas las épocas ha habido gente que vive situaciones de dificultad extremas. Son los que viven la miseria en muchos órdenes: social, económica, intelectual, afectiva, espiritual... Se convierten así, en profundamente necesitados de ayuda externa para poder ver algo de luz en su penumbra personal. Hay quienes se acercan a ellos con buenas intenciones... Conocemos de personas que ven en ellos a unos hermanos que hay que ayudar, tendiéndoles la mano con la verdadera caridad necesaria. Son los que han entendido el llamado de Jesús: "Cada vez que lo hicieron con uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron..." Y así vemos en la historia miles de personajes que han visto a estos pequeños sufridos como alguien que por amor a Dios no pueden dejar solos en su ignominia... Son los santos de la caridad cristiana que buscan llevar algún alivio...

Pero, lamentablemente hay quienes más bien sacan buen provecho de esta situación de los hombres para establecer su dominio, su imperio. Construyen sobre la vida en ruina de muchos. Son verdaderamente detestables, pues llegan incluso a buscar el sostenimiento de esta situación de necesidad de sus hermanos para poder mantener el poder de dominio y de esclavitud sobre ellos... No sólo los buscan con el interés falso de ayudarlos, sino para hacerles ver que ellos serán los únicos que podrán ayudarlos a resolver su situación, cerrándoles la visión para otras opciones, ofreciendo una única vía, para hundirlos cada vez más y hacerlos más dependientes de sus ayudas de limosna y de extorsión... Es posible que en un primer momento haya habido una buena intención, pero ésta se ha envenenado al probar la posibilidad de dominio sobre los débiles, y aquella primera buena intención cambia radicalmente de sentido...

Ante esto, es fundamental decir que la ayuda a los otros es absolutamente imprescindible, sobre todo para aquellos que son los preferidos del Señor los débiles, los humildes, los sencillos. A ellos sale su mano protectora en primer lugar a defenderlos y a ofrecer su providencia amorosa. Y a ellos ofrece su protección. Quien se atreve a usarlos para beneficio propio debe atenerse a las consecuencias de meterse directamente con Jesús, pues esos son los suyos... El amor cristiano, el que nos ha sido dado como mandamiento y que ha sido ratificado con mayor profundidad por Jesús, nos obliga. No sólo porque está mandado, sino porque es la manera de demostrar el amor a Dios. Amar al hermano, ayudarlo en su necesidad, es la prueba de que amamos a Dios: "Quien dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano a quien ve, miente", dice San Juan... Es clarísimo...

Y más allá... Hay que saber que sólo uno ha dado su vida por nosotros y ha resucitado para confirmar su victoria que se nos ha anotado a todos. No hay más redentores. Sólo Jesús, sólo su nombre, sólo su vida y su poder, son los que han venido en nuestra ayuda para rescatarnos de la indigencia mayor, la del pecado, y para invitarnos a vivir la más sólida fraternidad basada en el amor... No tiene sentido que queramos colocar a la misma altura del Redentor a personajes que han surgido en la historia como "mesías chucutos", menos aún cuando ha quedado en evidencia que sus fines han sido absolutamente retorcidos, habiendo a lo mejor tenido un buen inicio, hasta con buenas intenciones... "Empobrecen a la gente para luego hacerla depender de ellos", ha dicho el Card. Bergoglio, hoy Papa Francisco, en su época de Arzobispo de Buenos Aires...

San Pedro ha dicho: "Jesús es la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos"... Es muy claro. No existe otro redentor, no hay otro mesías. Los que se coloquen en la misma línea amorosa de ayuda a los demás, en la de Jesús, serán simples instrumentos que envía la Providencia divina a los hermanos. Quien quiera desplazarlo, haciéndose a sí mismo redentor y mesías, simplemente es un usurpador. Y nosotros mismos debemos cuidarnos de hacer esa sustitución... No debemos ser caudillistas. Nuestro único Caudillo es Jesús, porque es nuestro único Redentor. No hay más. Sólo uno se ha dejado matar por amor a nosotros, sólo uno estuvo escondido en el sepulcro tres días, sólo uno resucitó para refrendar su victoria sobre la muerte y sobre el pecado... Ese es Jesús. Nadie más...

4 comentarios:

  1. Cualquier parecido a nuestra realidad es pura casualidad. Un abrazo.

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    1. Así es Carluchín... Una tentación omnipresente en la historia... Lamentablemente. Saludos a Raquel y a las niñas. Dios te bendiga

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  2. Lo que nos expone aquí Monseñor, me ayudará a perdonar pues es con esos ojos en la caridad que podemos ver a los hermanos sencilos y humildes que se han dejado embaucar por promesas y dádivas. Y me ayudará a dar a entender que hay un solo Redentor con "R" mayúscula y ese es Jesucristo.

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  3. Así debe ser Ma. Auxiliadora. Nunca faltan los manipuladores que se aprovechan de la ingenuidad, de la inocencia y de las necesidades de los más débiles, para embaucarlos... Nuestra tarea es abrirles los ojos y llevarlos a la verdad, para que se den su propia lugar con dignidad... Saludos a tu familia. Dios te bendiga

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