Una cosa de la vida de los hombres que marcará definitivamente nuestra existencia no solo para ese futuro grandioso que nos espera a todos, sino que sin duda marcará cada momento, es el aprovechamiento que hagamos de la inmensa cantidad de dones que hemos recibido de Dios nuestro Padre desde el mismo primer momento de existir. El Dios inmensamente dadivoso no ha querido solo favorecernos con la vida que nos ha regalado, desde aquel movimiento absolutamente inusitado de bondad y de beneficios que ha surgido de su corazón, sin que mediara una motivación de obligación y mucho menos de necesidad, ni tan solo por lo extraordinario del derramamiento del amor que dejó surgir desde aquella esencia personal que existía solo para Él, en la plena satisfacción mutua que vivía la Santísima Trinidad, pues era un amor totalmente suficiente para sí, sin ninguna otra necesidad externa y para su propia vida de intimidad divina, es su empeño de favorecer al hombre con todo lo que necesite para existir. Es claro que todos esos movimientos son deseados totalmente por Él, con los que nos creó, nos puso en medio de todo, nos dio todos los medios para que nuestra vida pudiera ser lo mejor que nos podía procurar, nos llenó de un amor que no tiene ni tendrá jamás parangón con cualquier otro amor que nos podamos imaginar. Y con todo, no quiso que esa obra ingente de creación y sostenimiento fuera suficiente con la sola obra de amor y de poder. A cada hombre que estableció en el mundo y que colocó en el centro de todo, nos encomendó una responsabilidad. Puso en nosotros una tarea que debemos cumplir, pues el mundo, habiendo sido hecho perfecto por Él para nosotros, lo hizo propenso de mejoría. El haber sido creados a imagen y semejanza suya no consistió solo en la misma vida donada, en la libertad que nos regaló, en la capacidad de amar y se existir en favor de los otros, sino que lo marcó con su misma capacidad creativa, con su fuerza de hacer mejor las cosas, de añorar el bien no solo para sí mismo, sino asumiéndolo como una responsabilidad en favor de todos los que tenemos como convivientes en el mundo. Somos co-creadores con Dios, porque Él lo ha establecido así. Dios nos ha hecho sus socios en el mundo, y por eso el mundo puede ser mejor. No solo porque Él lo hizo, lo creó y lo sostiene, sino porque nos ha hecho capaces para ello, tal como Él mismo lo es. "Dominen la tierra y sométanla", es una decisión muy concreta de Dios y un mandato expreso que debe ser cumplida a rajatabla. Y a eso agregó por esencia la posibilidad de que ese dominio no fuera un simple cumplimiento formal o individual del hombre, sino una conjunción de intereses y de esfuerzos de todos en el que cada uno tuviera algo que aportar: "No es bueno que el hombre esté solo". Es decir, pudiendo lograr que cada hombre se ocupara de lo suyo única y exclusivamente, decidió que el plan fuera para todos, ejercido en la unidad y en la ocupación de amor mutua que fuera surgiendo de lo que cada uno aportara. En este sentido no es solo importante responder positivamente al diseño divino, sino que es mucho más importante hacerlo en unidad de criterios e intereses, en los que el aporte de cada uno fuera un beneficio para todos.
La existencia humana no es, por lo tanto, no puede ser, un simple pasar y ocupar espacios. No es solo que cada uno en su individualidad tenga una tarea que cumplir, sino que en su esencial diversidad y riqueza personal, tiene la obligación hermosa y grandiosa, pues es originalmente de Dios, de servir para que otros reciban también todos los beneficios que el Señor mismo ha diseñado para todos. Por eso es tan importante sentirse llamado y responsabilizado. Al margen de lo concreto, que corresponderá a cada uno, estará el deseo de ser útil, de hacer su parte, de asumir su diferencia que enriquecerá a los demás siempre. La marca no estará, aun siendo muy importante, en si se es hombre o mujer; niño, joven, adulto o viejo; profesional u obrero; sabio o poco agraciado. La marca estará en el ser hombre, en el ser miembro del mundo, en asumir que el mundo ha sido puesto en sus manos para hacerlo mejor: "Una mujer fuerte, ¿quién la hallará? Supera en valor a las perlas. Su marido se fía de ella, pues no le faltan riquezas. La trae ganancias, no pérdidas, todos los días de su vida. Busca la lana y el lino y los trabaja con la destreza de sus manos. Aplica sus manos al huso, con sus dedos sostiene la rueca. Abre sus manos al necesitado y tiende sus brazos al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en público". ¿Qué es entonces lo importante? ¿Es importante la mujer, o cualquier persona, por lo que aparenta, por su belleza, por su sabiduría, por su destreza al hacer las cosas? Para Dios eso es absolutamente secundario. Y para el mundo también, pues lo que Dios quiere del hombre para el mundo no es la superficialidad ni la apariencia, sino que logre que sea el lugar de perfección que Él ha establecido para todos. La bondades de Dios, podemos estar seguros, que no se detienen en pretensiones exteriores, sino en realidades profundas que tienen que ver con lo de dentro más que con lo de fuera. Por eso insiste San Pablo en evitar centrarse en las cosas que pasarán, sino en las que quedarán. Aun siendo el mundo un lugar de tarea actual, en el cual todos debemos esforzarnos al máximo, pues Dios nos quiere felices y gozosos en Él y en su amor, conviviendo lo mejor posible con el aporte que hagamos cada uno en favor de todos, logrando que realmente en ese mundo podamos vivir la solidaridad fraterna que nos sustraiga de tantas calamidades y maldades que lamentablemente por nuestra indolencia y falta de criterio realizamos, el fin no es únicamente un mundo mejor actual, sino una eternidad que nos lleve al gozo que no se acabará jamás en el que ciertamente lograremos la mayor de las felicidades, pues es la plenitud a la que estamos destinados para siempre y que nadie nos quitará. "En lo referente al tiempo y a las circunstancias, hermanos, no necesitan que les escriba, pues ustedes saben perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: 'paz y seguridad', entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero ustedes, hermanos, no viven en tinieblas, de forma que ese día los sorprenda como un ladrón; porque todos son hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivamos sobriamente". Ese es nuestro futuro y jamás podremos desentendernos de él.
Jesús añade un punto más que debe ser asumido también en detalle. Nuestra vida, habiendo sido ese regalo amoroso y lleno de bondades de Dios, ha sido no solo enriquecida con amor y beneficios, sino que aquellas capacidades divinas son también ahora prerrogativas nuestras que nos pertenecen y apuntan a la vida verdadera. Una vida sin capacidades es una vida vacía. Ninguno de los hombres ha sido desfavorecido de ellas. Incluso los que nos imaginamos que puedan haber sido olvidados en esto, sirven a todos, al menos para animarnos a ser mejores en favor de ellos. Hablar de discapacitados es un absurdo. Son ellos los que nos hacen más capaces para ellos mismos, pues así tienen la tarea hermosa de hacernos para ellos y de llenarnos de su propia capacidad de animación. Por eso Jesús nos invita a nunca dejar de hacer nuestra parte, aunque nos parezca la más superficial y menos fructuosa: "Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco'. Su señor le dijo: 'Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor'. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: 'Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos'. Su señor le dijo: 'Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor'. Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: 'Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo'. El señor le respondió: 'Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes'". Los otros hicieron lo que tenían que hacer, no porque hicieran maravillas, muchas o pocas, sino porque cumplieron su cometido, el que Dios les había dejado en sus manos. Nadie debe dejar de hacer su parte. Dios nos ha colocado el mundo en sus manos. Es el mundo que es el suyo y que nos encargó. Y somos nosotros los encargados de hacerlo mejor, más habitable para todos, lugar de encuentro con los hermanos, para preparar aquel encuentro final maravilloso para el que todos estamos destinados con el amor infinito del Padre.
"Donde están los talentos que te dí, que hiciste con ellos?." Es la respuesta más importante que debemos conocer para rendirle cuentas de nuestra vida al Señor y la que nos puede salvar para asegurar el camino de la vida eterna. Amén 🙏.
ResponderBorrarJesús en sus enseñanzas añade que Dios aparte de darnos una vida con amor y beneficios como seres de luz,nos dice, una vida sin capacidades es una vida vacía, ayudanos a compartir lo q tenemos sin miedo a equivocarnos.
ResponderBorrarJesús en sus enseñanzas añade que Dios aparte de darnos una vida con amor y beneficios como seres de luz,nos dice, una vida sin capacidades es una vida vacía, ayudanos a compartir lo q tenemos sin miedo a equivocarnos.
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