El Papa Francisco ha afirmado que nuestros tiempos son más martiriales que los de la primera Iglesia, perseguida por los poderosos imperios del tiempo. Los judíos radicales, los romanos y los otros paganos hacían estragos en medio de los discípulos del Señor. Ya San Juan Pablo II había afirmado lo mismo hace unos años. Hoy en muchísimos países los cristianos son perseguidos, humillados, silenciados, discriminados, asesinados... Casi no hay un día en el que no se lea que cristianos son maltratados y martirizados, que iglesias son quemadas y destruidas, que hacen presos por llevar una Biblia o por hablar en público sobre su fe, que son condenados algunos por convertirse al cristianismo... Es una persecución frontal... Y a ésta hay que sumar la persecución silenciosa, disfrazada de tolerante, en la que por "defender" derechos de otros se pretende acallar la voz de los que quieren dar testimonio de su fe. La misma libertad de culto que promueven para todos, se la niegan a los cristianos que quieren dar testimonio. Se prohíbe la exhibición de crucifijos en lugares públicos para no "herir la susceptibilidad religiosa" de otros no cristianos, se acusa de católicos recalcitrantes a quienes defienden la vida en contra del aborto, la eutanasia y otros atentados contra la vida, se somete a burla a quienes promueven valores cristianos como la castidad, la honestidad, la responsabilidad, la laboriosidad, el dominio de sí, el sacrificio... No es una persecución directa, pero sí es una infravaloración de lo que significa ser cristiano. Y viviendo en fidelidad a los propios criterios y conductas cristianos, son aislados, ignorados, sometidos a burla, excluidos de los grupos sociales propios...
Sin duda, en lo humano, no son buenos tiempos éstos para los cristianos. Quien quiera mantenerse firme en sus criterios y actitudes cristianos debe revestirse de fortaleza, debe ser muy sólido interiormente, debe tener una convicción y una persuasión a prueba de grandes experiencias negativas... Humanamente hay que estar dispuesto a ser héroes de la fe, pues la fuerza contraria es poderosa. Los Medios de Comunicación Social, la publicidad, incluso la política interesada, van creando una mentalidad de indiferencia, de hedonismo, de desboque, que hace caer en el relativismo, cuando no llama a hacer batalla frontal a quienes se les quieran oponer. Recuerdo la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, en la que algunos jóvenes esperaban en las bocas del Metro a los que asistían a los diversos actos para burlarse de ellos e incluso agredirlos físicamente. A más de uno lo golpearon. La respuesta de muchísimos de ellos era ponerse de rodillas y orar... Los que agredían se sentían "héroes de la libertad religiosa" contra indefensos jóvenes cristianos. Es la imagen de una sociedad que busca excluir lo religioso, porque les resulta incómodo echándole en cara su deterioro progresivo al alejarse de los principios, de los valores y de las virtudes...
Pues bien, lo que sucede no es nada extraño. Si algo tiene el mensaje de Jesús es su transparencia, su claridad, su sinceridad. Nunca dijo Jesús que la vida de los cristianos sería un lecho de rosas en la que no se presentarían dificultades: "A ustedes los entregarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas y los harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio ante ellos y ante los gentiles... Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. Todos los odiarán por mi nombre". El conocido dicho popular "soldado avisado no muere en guerra", se aplica perfectamente en este caso. Un cristiano que pretenda pasar por el mundo "sin sufrir roncha", o es un iluso, o es un irresponsable, o no es verdadero cristiano. La prueba de la fe ha sido anunciada suficientemente. Y ha sido vivida por millones en la historia de la fe. No es posible vivir el cristianismo responsablemente en nuestro mundo sin encontrarse adversarios que llegarán a perseguir y herir, incluso a asesinar, o al menos a oponerse pasivamente mediante burlas, aislamientos, exclusiones...
No es posible, entonces, hacerse el desentendido ante esta situación. Por un lado, hay que pertrecharse de lo necesario para la solidez que hay que tener. En primer lugar, de la conciencia clara de que esto sucederá. No se puede pasar por inocente o sorprenderse porque suceda lo que está anunciado. Hay que asumirlo. Los cristianos seremos perseguidos, y esa persecución se podrá presentar de mil diversas maneras, hasta la violencia y la muerte. No es nada atractivo humanamente. Muchos pensarán que es mejor entonces no ser cristianos si se va a sufrir. Están equivocados. El ser cristiano no es lo que hace sufrir. Lo que hace sufrir es el ataque por ser cristianos. Nuestra fe nos da la compensación espiritual más elevada que se pueda imaginar. En medio del sufrimiento el ser fieles da solidez, gozo íntimo de seguir en las manos del Señor, felicidad de saber que se está en el camino correcto. Es lo que experimentaron todos los mártires de la historia. No porque la mayoría se nos oponga tienen la razón. La estadística no es norma de fe... En medio de la corrupción generalizada, el ser honestos no es una locura. Es la mayor sensatez... Así mismo sucede con la fe...
En segundo lugar, llenarse de la presencia del Espíritu que ha sido enviado para ser apoyo, firmeza, fortaleza, sabiduría, valentía: "Cuando los arresten, no se preocupen de lo que van a decir o de cómo lo dirán; en su momento se les sugerirá lo que tienen que decir; no serán ustedes los que hablen, el Espíritu de su Padre hablará por ustedes"... ¿Qué mejor defensa, qué mayor fortaleza, qué más grande valentía, podremos tener que la del mismísimo Dios que estará a nuestro favor, que estará dentro de nosotros mismos? Nadie es más fuerte que Dios. Dejarse llenar de su presencia, hacer de Él nuestra fuerza, permitir que sea Él el que hable y nos defienda, es asegurar la más contundente victoria. No se auspicia una victoria a lo humano, en la que el poder físico se yergue sobre los débiles. Lo más probable es que la victoria del cristiano no sea en ese estilo. La victoria del cristiano debe ubicarse en otra óptica. Está en no dejar que esa violencia física nos haga dar el brazo a torcer, renunciando a los criterios y conductas del amor. Esa sería la mayor de las derrotas, aunque nos lleguemos a unir a quienes son fuertes en lo humano, y "venzamos"... Será nuestra mayor derrota...
El criterio, de nuevo, es distinto a lo lógico humanamente. Es la lógica del amor, que vence en la debilidad, que perdona incluso a quien ofende, que devuelve bien por mal, que procura el bien mayor incluso para el que lo rechaza con todas las fuerzas de su ser. Esa es la victoria del cristiano. Y es en eso en que debe estar firme para lograr obtener la más contundente victoria... "Los mando como ovejas entre lobos; por eso, sean sagaces como serpientes y sencillos como palomas... Todos los odiarán por mi nombre: el que persevere hasta el final, se salvará..." La sagacidad nos dice que venceremos. La mansedumbre nos dice que estaremos en el cielo junto al Padre, viviendo una eternidad de amor que ya hemos adelantado al ser firmes aquí y ahora en la vivencia del amor y de la fe...
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