En la cultura hebrea, en general, la idea que se tenía sobre los bienes era que quien tenía muchos era un bendecido de Dios. Tener grandes riquezas significaba que se había obtenido el favor divino. Los pobres, también en general, eran considerados casi unos parias, maldecidos por Dios en su indigencia. Algo debían haber hecho mal para que Dios "les mandara ese castigo". Por el contrario, los ricos habían sido vistos con amor y misericordia y de alguna manera su situación holgada era un premio a alguna buena acción que habían realizado...Esta mentalidad aún pesa mucho entre nosotros, pues algunos consideran que la pobreza es casi una maldición divina, y por el contrario, la riqueza es signo de bendición. Así pensamos. Quien está bien económicamente tiene el favor divino. Quien es pobre, es un rechazado de Dios. En nuestro mundo capitalista, esto se ha transformado casi en el enunciado principal del "Credo" de una nueva religión. Podemos verificarlo incluso en la promoción de la "sociedad del bienestar" capitalista. A veces se sorprende uno con cosas como las propagandas de sectas gringas o provenientes de allá, en las que se quiere atraer adeptos prometiendo un bienestar material por las limosnas que se den. Mientras más des, más te bendecirá Dios con bienes como recompensa... Muchos incautos han caído en esa trampa. Conozco a varios...
Lo malo no es tener bienes. Lo malo es cómo se asume. Hay quienes al tener muchos bienes consideran a Dios ya como un producto desechable. Ya Dios no es necesario, pues todo lo tenemos resuelto... Se hacen dioses a sí mismos. Hay quienes se consideran superiores a los demás basándose en la cantidad de propiedades que se tengan. Si tengo mucho, es evidente que soy mejor y estoy por encima de quien no tiene. Eso me daría derecho a mirar por encima del hombro a los demás, a tratarlos con desprecio, a seguir usándolos como herramientas para seguir engordando mis cuentas... El destino lo ha establecido así: Yo soy bendecido y los demás han sido marcados como apoyos o instrumentos para sostener y aumentar mis riquezas... Por eso tengo el derecho a "usarlos" como me plazca, con tal de que cumplan con su parte para sostenerme... Es la instrumentalización total de los hombres. Es la cosificación de quien tiene incólume su dignidad, a pesar de que sea pobre. Es la debacle de la humanidad en pro de las riquezas, del poder o del placer...
Esa mentalidad tan antigua como dañina no es de ninguna manera justa... En ningún momento Dios ha dicho que bendice al hombre que aplasta a los demás. Bendice, sí, con bienes, a quienes se ponen de su parte, a quienes son fieles a Él, a quien hace de sus riquezas trampolines para la entrega a Él y a los menos favorecidos. Pero de ninguna manera a quienes humillan o explotan a sus hermanos. Cuando una sociedad no entiende que los bienes tienen un componente social esencial, se come a sí misma y marca su propia destrucción. El egoísmo y el materialismo consecuente es la sentencia de la autodestrucción. Una sociedad no se sostiene sobre esas bases, sino sobre las de la solidaridad, la fraternidad, la preocupación por todos, particularmente por los menos favorecidos... Ese es el verdadero progreso...
Una sociedad donde todo se pone al servicio de los más poderosos, de los más ricos, donde incluso las leyes apuntan a favorecer a los que ya están colmados de favores, es una sociedad que va a su desaparición. Una sociedad en la que todos los poderes están en función de favorecer a quien ya tiene el poder es una sociedad caníbal. No tiene futuro. Va trágicamente a su destrucción... Y cuando ya no hay más a quién recurrir para que los menos favorecidos no sean destruidos, es el mismísimo Dios quien sale a la palestra... Su defensa a los más aplastados y oprimidos es segura. De eso no hay ninguna duda. Y cuando Dios entra en juego porque no hay otra salida, su actuación contra los poderosos es terrible. Demuestra lo infinito de su poder portentosamente. Es la ira de Dios contra aquellos que destruyen a los suyos, a los más pobres, a los desvalidos... "Ustedes disminuyen la medida, aumentan el precio, usan balanzas con trampa, compran por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Aquel día -oráculo del Señor- haré ponerse el sol a mediodía, y en pleno día oscureceré la tierra. Cambiaré sus fiestas en luto, sus cantos en elegía; vestirá de saco toda cintura, quedará calva toda cabeza. Y habrá un llanto como por el hijo único, y será el final como día amargo"... Dios castigará cruelmente a quien se atreve a levantar su mano, de cualquier manera, contra los suyos, que son los más sencillos y humildes de la sociedad. Ya que nadie sale en su defensa, será Él mismo quien se encargue... Incluso quienes pensaban que "tenían a Dios agarrrado por la chiva", se encontrarán que ese mismo Dios se les esconde, haciéndoles sentir su vacío: "Enviaré hambre a la tierra: no hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor. Irán vacilantes de oriente a occidente, de norte a sur; vagarán buscando la palabra del Señor, y no la encontrarán"... Serán días de tormento y de oscuridad, en los que ni siquiera se tendrá el refresco de la palabra y de la presencia suave y dulce del Señor...
Nos llevaremos muchas sorpresas... Quienes se encuentren en esa situación se encontrarán que su bienestar de ninguna manera la supieron aprovechar. Que si pensaban que eran bendecidos por los bienes, estaban en realidad muy lejos de serlo... Que esos bienes, incluso les habían servido para alejarse hasta de Dios, creyéndose por ellos omnipotentes, sustituyendo al único y verdadero Dios, al que llama al amor, a la solidaridad, a la fraternidad... Se hicieron a ellos mismos sus propios dioses y pretendieron que los demás fueran sus fieles seguidores y hasta esclavos... Pues bien, Dios los sorprenderá, como sorprendió Jesús a los fariseos, que se habían colocado a sí mismos en lo más alto... "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan, aprendan lo que significa 'misericordia quiero y no sacrificios': que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"... Jesús es el Dios que nos viene a decir que sus preferidos no son los que se creen mejores, sino los que son despreciados. Que viene a llenar de favores a los que sólo han recibido rechazos y desprecios. Que viene a enriquecer con el tesoro más apreciado, que es su amor, a los que sólo han recibido desavenencias y sinsabores... Por eso debemos aprender. Nuestras seguridades delante de Dios son nada. Lo que vale es el amor. Lo que vale es la solidaridad y la fraternidad. Lo que vale es el servicio. El tesoro que podremos mostrar a Dios no consiste en los bienes que hayamos obtenido, en los poderes que hayamos ostentado, en los placeres que hayamos sentido... Nuestro tesoro es el amor que hayamos dado, el servicio que hayamos prestado, la solidaridad y la justicia que hayamos promovido...
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