HORA SANTA
PARA LA
CLAUSURA DEL
AÑO DE LA FE
(Exposición del Santísimo. Se hace un Canto de
Adoración Eucarística u otro equivalente)
En la apertura del Año de la
Fe, el Papa Benedicto XVI nos dijo: “«La puerta
de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y
permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza
ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar
por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino
que dura toda la vida”.
Clausurar el
Año de la Fe es, por lo tanto, realmente, iniciar una andadura más consciente
en ella… Los cristianos jamás lograremos profundizar lo suficiente en la Fe,
que es el conocimiento de Dios, la confianza extrema en Él y en su amor, y el
escuchar y cumplir lo que nos pide amorosamente… Por eso, este es un camino que
no se acaba, y que tendrá su plenitud sólo en la presencia eterna y amorosa
delante de nuestro Dios.
Este Año de
la Fe ha sido para todos la oportunidad que nos ha dado la Iglesia para hacer
del nuestro, un caminar más consciente, más discernido, mejor vivido, del amor
que Dios nos ha tenido desde toda la eternidad y para siempre. Ha sido una
ocasión para responder más fielmente a ese amor con nuestro amor más maduro,
probado, sosegado, sereno, sólido…
A la luz de
los instrumentos que ha puesto en nuestras manos la Iglesia, hemos podido ir
avanzando en esas rutas de profundidad. La Sagrada Escritura, los Documentos
del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, han sido para
todos excelentes apoyos para alcanzar la solidez deseada. Con su Palabra, el
mismo Dios nos da la mejor iluminación posible. Y con el Vaticano II y el
Catecismo es la misma Iglesia la que pone en nuestras manos, como Madre, el
mejor discernimiento posible, pues ha sido hecho por Ella misma en su condición
de Maestra de todos.
Demos
gracias a Dios por llegar a este momento. Sepamos que este camino se abre para
todos, de modo que debemos seguir andándolo con la esperanza de crecer cada vez
más, siendo fieles a lo que nos convoca nuestro Padre, que es a su amor, a la
fraternidad y a vivir la ilusión de la eternidad feliz junto a Él.
Iniciemos esta Hora Santa en ese espíritu
filial. Abriendo el corazón a nuestro Padre, dejémonos abrazar por nuestra
Madre, la Iglesia, para que ambos nos sigan haciendo sentir su amor y nos hagan
desear más intensamente caminar siempre hacia nuestra meta, que es la plenitud
del amor y de la felicidad.
(Silencio interior y exterior, para entrar en el clima
de adoración ante el Santísimo)
EL TESORO
DE LA FE
“Abraham creyó contra toda
esperanza, para llegar a ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que se le
había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar
su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la
esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa
de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido
de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual
también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a
él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a
quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los
muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras
transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Rm 4,18-25).
(Silencio de escucha interior de la palabra proclamada.
Luego, se pueden decir las siguientes u otras palabras)
Abraham es el modelo de
nuestra fe, nuestro padre y nuestro maestro. Su gesto de abandono radical en el
Señor, siendo casi totalmente desconocido para él, es la mejor demostración de
lo que debemos hacer todos, que sí lo conocemos y hemos probado su dulzura
entrañable. A pesar de ser Abraham nuestro maestro, nosotros lo aventajamos,
pues tenemos más evidencias de la actuación del Dios Todopoderoso y Amor en
nuestras vidas. Tenemos más evidencias y más razones para guardar sólidas
esperanzas… En medio de todos los avatares de la vida, sabemos bien que hay un
Dios que nos auxilia y nos consuela, que le da plenitud a nuestras alegrías y a
las metas que alcanzamos. Dios da, sin duda, un fundamento sólido a todo lo que
somos y vivimos…
(Minutos en silencio de contemplación)
MODELOS DE FE PARA LOS
HOMBRES DE HOY
MARÍA: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que va a nacer será santo y se
llamará Hijo de Dios… -Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí
según tu palabra…” (Lc 1,35.38).
PEDRO: “Jesús
preguntó a los doce: -¿También ustedes quieren marcharse? Simón Pedro le
respondió: -Señor, ¿a quién iríamos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna.
Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,67-68). “Tú eres
el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16).
CENTURIÓN: “-Señor,
no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi casa, por eso no me he
atrevido a presentarme personalmente a ti; pero basta una palabra tuya, para
que mi criado quede curado. Porque yo, que no soy más que un subalterno, tengo
soldados a mis órdenes, y digo a uno: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y
a mi criado: “Haz esto”, y lo hace” (Lc 7,6-8).
CIEGO DE NACIMIENTO: “-Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí… -¿Qué
quieres que haga por ti? –Señor, que recobre la vista. –Recóbrala, tu fe te ha
salvado…” (Lc 18,38.41.42).
LADRÓN BUENO: “-¿Ni
siquiera temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Lo nuestro es justo,
pues estamos recibiendo lo que merecen nuestros actos, pero éste no ha hecho
nada malo… Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu reino… -Te aseguro que hoy
mismo estarás conmigo en el paraíso…” (Lc 23,40-43).
(Silencio de escucha interior, colocándonos en los
mismos casos de los personajes presentados, pensando sobre todo que muchos
hemos pasado por circunstancias similares y pruebas a nuestra fe… Luego, se
pueden decir las siguientes u otras palabras)
Cada uno de estos personajes es
modelo para nosotros. En momentos felices, o dolorosos, o de expectativas
firmes, nos hemos colocado también delante del Señor para decirle que sabemos
que Él tiene el poder, que nos ama infinitamente, y que puede ser el remedio
para nuestro mal, o la plenitud de nuestra felicidad, o quien llene
absolutamente todas nuestras expectativas. Nuestra fe se ha sentido probada en
muchas ocasiones, y en ellas la hemos podido acrisolar cada vez más para
hacerla más sólida y más madura. En nuestro caminar, jamás estamos solos. Dios
“pasa” continuamente a nuestro lado, más aún, camina con nosotros, se hace el
encontradizo, para que lo veamos y lo llamemos, clamando por su poder y por su
amor para que sea nuestro alivio y nuestro consuelo. No existe apoyo mejor que
el mismo Jesús. A Él debemos reconocerlo como nuestro Salvador, como el Mesías,
como el Hijo de Dios, quien puede mirarnos con amor, consolarnos de la mejor
manera, limpiar nuestras impurezas, hacernos recuperar la vista… Su mano
poderosa y amorosa está extendida hacia nosotros para que lo hagamos nuestro
compañero de camino, tomándonos firmemente de ella y no soltándonos jamás…
(Minutos de silencio
de contemplación)
CANTO: Por la Fe… http://www.youtube.com/watch?v=eFuh97FaBS4
UNA FE, UNA FAMILIA, UN DIOS
QUE NOS UNE EN FRATERNIDAD
“Muéstrense solícitos en
conservar, mediante el vínculo de la paz, la unidad que es fruto del Espíritu.
Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como también es una la esperanza
que encierra la vocación a la que ustedes han sido llamados; un solo Señor, una
fe, un bautismo; un Dios que es Padre de todos, que está sobre todos, actúa en
todos y habita en todos” (Ef 4,3-6).
(Silencio de escucha interior, tratando de asumir el
llamado de nuestra fe a vivir como hermanos, con un solo corazón. Luego, se
pueden decir las siguientes u otras palabras)
Nuestra fe no nos ha sido
dada para vivirla individualmente. Aunque es una experiencia personal, un don
que Dios nos da a cada uno y que debemos hacer crecer en nuestros corazones, su
plenitud se logrará sólo en la medida que la vivamos con los demás. Ellos,
nuestros hermanos, han recibido también la misma fe, y con ellos nos hacemos
más sólidos en la confesión y la vivencia de ella… Más aún, en cristiano,
aunque la fe sea un regalo personal de Dios a cada uno, se entiende su vivencia
únicamente en la medida en que se trate de hacerlo en común y de llevarla a
quien no la tiene. Si hemos recibido ese regalo de Dios no es para que nos lo
quedemos en un disfrute egoísta, casi narcisista. Eso sería asesinarla. La fe
es para los demás, saliendo desde nosotros, desde nuestros corazones
convencidos de que es lo mejor. Llevar la fe a los demás es una cuestión de
amor. Por amarlos, queremos que vivan ellos también nuestra solidez, la
realidad profunda que nos sustenta. No queremos que tengan el vacío existencial
de quien no tiene una referencia a lo Absoluto, a lo fraterno, a lo eterno… Más
aún, el aumento de nuestra fe está en la misma proporción en que nos
preocupemos por hacerla llegar a los demás, como dijo el Beato Juan Pablo II:
“La Fe se fortalece dándola”… Y es en esos actos en los que se sustentará la
credibilidad de lo que creemos y confesamos, cuando la hagamos común con todos,
los humildes, los sencillos, los menos favorecidos… “Muéstrame tu fe sin obras,
que yo por mis obras, te mostraré mi fe”, decía el Apóstol Santiago…
(Minutos de silencio de contemplación)
CANTO: Un solo Señor http://www.youtube.com/watch?v=lwW0F2prSLM
CONFESIÓN DE LA FE
Unámonos todos, con una sola
voz, en la confesión de nuestra fe, la misma que motivó a tantos en toda la
historia, desde los Apóstoles hasta nuestros días, pasando por los santos
confesores, los santos mártires, los santos consagrados, los santos laicos, los
santos anónimos… La que nos enseñaron nuestro padres y han vivido tantos y
tantos en todos los momentos grandes y pequeños de la historia de la Iglesia…
Creo en un solo
Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de
todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor,
Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros lo hombres, y por nuestra
salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y
está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu
Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del
Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que
es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo
bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
PRECES DEL PUEBLO
Al finalizar este Año de la Fe, recurramos con
confianza al Padre de todos, Dador de todos los bienes, particularmente del Don
de nuestra Fe, y supliquémosle:
-Por el Santo Padre, el Papa
Francisco, que tiene la misión de confirmarnos en la Fe, para que crezca
siempre en su solidez, y nos pueda transmitir con convicción suprema la
doctrina y nos anime a la vivencia de la alegría cristiana de nuestra fe.
Roguemos al Señor
-Por los Obispos, los
Presbíteros y los Diáconos, Maestros y Pastores en la fe del pueblo de Dios,
para que siendo fieles al mandato supremo que han recibido, puedan siempre
conducir a la grey de Jesús hacia los pastos buenos que la mantengan saludable
y fuerte. Roguemos al Señor
-Por los Consagrados, para
que sean siempre signo vivo de la fe que todo el Pueblo de Dios está llamado a
vivir, en la profesión de los Consejos Evangélicos. Roguemos al Señor
-Por los Padres y las Madres
de Familia, para que sean el primer manantial del cual beban los hijos las
aguas puras de la fe cristiana, y para que sean testimonio para ellos de una
vivencia esperanzada y firme de las realidades cristianas. Roguemos al Señor
-Por todo el Pueblo de Dios
que termina hoy la celebración de este Año de la Fe, para que madurando cada
vez más en el compromiso cristiano, asuma su responsabilidad de ser fermento en
la masa y grano de mostaza en medio de toda su realidad, y haga llegar el
mensaje de salvación, de amor y de misericordia de Dios a todos los hombres. Roguemos
al Señor
Dios Padre Todopoderosos, Fuente, Sustento y Fin de
todas nuestras vidas, escucha amoroso la plegaria que te dirigimos, y haznos
caminar siempre hacia ti para que lleguemos alegres a la vivencia plena del
Amor, que nos anima a vivir creciendo en la Fe hoy y siempre. Te lo pedimos a
tí, que eres el Amor, y que vives y reinas por siempre, con Jesús y en la
unidad del Espíritu Santo, tu amor eterno, por los siglos de los siglos. Amén
PADRE NUESTRO, AVEMARÍA Y
GLORIA
Uniéndonos como hermanos,
sabiendo que es nuestro Padre Dios el que nos convoca y nos integra en la
familia de la Iglesia, junto a nuestro Hermano Mayor, que nos ha regalado
amorosamente a nuestra Madre María, nos unimos en una sola voz:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén
Dios te salve, María. Llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén
SIGNOS DEL AÑO DE LA FE
(Para finalizar, tres personas distintas se colocan al
frente, cada una con la Biblia, los Documentos del Concilio Vaticano II y el
Catecismo de la Iglesia Católica, respectivamente. Y en su momento, cada uno
dice)
BIBLIA: Tu
Palabra, Señor, nos ha iluminado el camino durante este Año de la Fe. Haz,
Señor, que ella siga siendo el faro que nos guía, la voz que nos fortalece, el
alimento que nos hace avanzar firmes. Nos comprometemos a seguir haciendo de tu
Palabra nuestro apoyo más sólido en la Fe…
Todos: ¡NOS COMPROMETEMOS ANTE TI, PADRE AMOROSO!
CONCILIO VATICANO II: El Magisterio de la Iglesia, Padre, nos ha acompañado
fielmente durante todo este Año de la Fe. Como buenos Pastores, nuestros guías
nos han recordado lo que la Iglesia y el mundo necesitan para hacerte presente
cada vez más en ellos. Nos comprometemos, Señor, a ser fieles a lo que la
Iglesia nos enseña a través de la palabra de nuestros Pastores y a hacer
presente su enseñanza en todas nuestras realidades…
Todos: ¡NOS COMPROMETEMOS ANTE TI, PADRE AMOROSO!
CATECISMO: Hemos
profundizado, Padre, durante este Año de la Fe, en las verdades fundamentales
de nuestra fe. Las conocemos mejor y procuramos vivirlas más conscientemente.
Nos comprometemos, Señor, a seguir discerniendo bien los contenidos doctrinales
de nuestra fe y a seguir siempre tratando de vivirlos con la mayor fidelidad en
todos los momentos de nuestra vida…
Todos: ¡NOS COMPROMETEMOS ANTE TI, PADRE AMOROSO!
(El Presidente dice)
Padre amoroso y dador de
todos los bienes, acepta nuestros compromisos, bendícelos y haz que los
cumplamos con la mayor fidelidad. En su cumplimiento está nuestra plenitud y
nuestra felicidad. Mira nuestros corazones y descubre en ellos la sinceridad
con la que los asumimos… Confiamos en que tu Gracia nos acompañará siempre y
nos hará ser firmes en ellos. Los colocamos ante ti, que eres el Amor y la
Gracia, y que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
BENDICIÓN FINAL CON EL SANTÍSIMO
Interesante Propuesta!!!. Ya se la re-envié a algunos laicos amigos del MCC. Bendición!!!!
ResponderBorrarExcelente... Ojalá pueda hacer mucho bien... Y se difunda bastante. Saludos a Helenita y los chamos. Dios te bendiga
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