Hay partes del Evangelio que los espiritualistas quisieran que no existieran. O inclusive, que los que se sienten cuestionados por la obra de la Iglesia en el mundo y acusados por su indolencia social o su aprovechamiento de los más débiles, quisieran borrar cuando se descubren desnudos ante el mensaje de Jesús... No es un mensaje que se va por las ramas, pues Jesús lo hace concreto y bien cuestionante para sus seguidores. Muchos quisieran a un Jesús sólo angelical que no les echara en cara sus vergüenzas, que hablara sólo de lo espiritual sin meterse en honduras sociales. Y lo más verdadero es que Jesús no dejó nada al acaso, ni siquiera la labor en favor de los más desprotegidos, de los más necesitados, de los desplazados de la sociedad. Más aún, esta labor fue a la que le dio mayor relevancia. Tanta, que la misma Iglesia, rindiéndose ante la evidencia de la prioridad que Jesús le dio a ella, la consideró "opción preferencial".
Lo de Jesús no fue un simple discurso bonito, como el de muchos que quieren barnizar su figura hablando de la necesidad de apoyar a los humildes y sencillos en sus reivindicaciones, pero que luego de alcanzado el objetivo sólo se preocupan de mantener su puesto, su prestigio, su poder, sus economías particulares, olvidándose de los más necesitados o manteniéndolos en su indigencia para poder manipularlos a conveniencia... Jesús no fue un engañador de oficio, como lamentablemente sí lo son los que incluso lo toman a Él como bandera... "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor..." Un discurso, el primero de Jesús públicamente, que es. prácticamente, su plan de trabajo. No habla aquí Jesús sólo de intenciones, sino de obras prácticas, concretas. Tanto que Él mismo dice ante la gente que lo está escuchando: "Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír"...
Jesús ha sido enviado a anunciar el Evangelio a los pobres...Es la Buena Nueva del amor de Dios y del amor que deben vivir los hombres, particularmente con ellos, con los que más han sido negados en ese amor. Finalmente, los más humildes, los más necesitados, son tomados en cuenta. Dios mismo se pone a su lado, a su favor, para hacerlos ascender a los primeros puestos, y colocar a quienes los oprimen y vejan en el lugar que les corresponde... No se trata de una acción retaliativa, sino reivindicativa. Ese es el lugar que deben ocupar, pues en el corazón de Dios están ahí, en el primero. No se entiende el mensaje ni la obra de Jesús si no se acepta que para Él los que están en los últimos lugares de las preferencias sociales son los que están en el primer lugar de su corazón. Quien no entiende esto, no ha entendido el Evangelio de Cristo.
La labor de la Iglesia en favor de los pobres es, en definitiva, lo más puro de la misma labor de Jesús. Ella es el Cuerpo de Cristo que continúa su labor en la historia; por ello, lo más natural es que mantenga su misma acción en favor de ellos. Cuando la Iglesia y sus miembros -los pastores, los religiosos, los laicos-, asumen como propia esa tarea, hacen lo que deben hacer. No traicionan al mundo con eso, cuando defienden la justicia, la verdad, la solidaridad..., cuando salen en defensa de estos más desprotegidos... ¡Cuántos no darían lo que fuera por que la Iglesia y sus miembros se callaran ante las injusticias de quienes detentan el poder en contra de los más necesitados! No es, por supuesto, una tarea simplemente sociológica, sino que surge del amor con el que el mismo Jesús actuó. Y si alguien se alejó del simple altruismo o de las retaliaciones basadas en resentimientos rencorosos, fue Jesús. Nunca promovió el odio como arma, sino el amor y la solidaridad, que es el fin último de toda su labor, pues el resultado debe ser que se viva "el año de gracia del Señor".
Para muchos espiritualistas y otros interesados en que sus bajezas politiqueras no quedaran al descubierto, fue "un respiro" en su momento el que la Iglesia se opusiera a la incorrecta comprensión simplificadora, por sólo sociológica, que promovía la Teología de la Liberación. Llegaron a pensar que la Iglesia rechazaba el trabajo en favor de la justicia y del bien para los pobres. No entendieron que lo que se pretendía era que no se desenfocara el trabajo por los más necesitados colocándolo sólo en la óptica de lo sociológico, sino que había que elevarlo a la óptica maravillosa y majestuosa del amor. Lo que hizo Jesús... La corrección a la Teología de la Liberación no fue un rechazo al trabajo por los pobres. Fue un rechazo al materialismo práctico en el que se fundaba. Jamás la Iglesia se opuso a la labor en favor de los más necesitados. Si así hubiera sido, el primer "condenado" hubiera sido Jesús...
Oponerse, por lo tanto, por un lado, a la humillación continua de los más débiles, y por otro, al aprovechamiento de ellos como mercancía para justificar divisiones, retaliaciones, resentimientos y odios sociales, es absolutamente necesario para quienes quieren hacerse heraldos del mensaje del Evangelio. No se puede callar ante eso, pues se estaría colocando uno de espaldas a Jesús y al margen del amor que Él quiso hacer reinar en el mundo. Quien quiere ser brazo largo de Cristo en el mundo no puede callar ni quedarse de brazos cruzados ante la injusticia, la mentira y el aprovechamiento de los pobres...
El amor no es "impune". No es una idea bonita, edulcorada, bobalicona. Es una acción que se debe hacer sentir en el mundo en contra de las injusticias y de las faltas de solidaridad. Tanto, que no hacerlo es hacerse cómplice y al final culpable de lo que sucede. Trabajar por el amor en el mundo es signo de la veracidad del amor a Dios... San Juan lo comprendió perfectamente cuando afirma: "Si alguno dice: 'Amo a Dios', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve". Más claro no puede decirse. El amor que le tengo a Dios será verificado únicamente cuando ame al hermano, cuando trabaje en favor de su dignidad, cuando no lo use como una cosa de la cual simplemente me aprovecho, cuando lo promueva para que sea más humano... Y todo esto, comprendiendo que la obra de Jesús fue esta, fue hecha en el amor, y que fue principalmente en favor de los más humillados, de los desplazados, de los oprimidos, de los pobres...
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