En los momentos de crisis debemos tener los sentidos muy aguzados. Las crisis, en general, sirven para crecer, para purificarse, para fortalecerse. Generalmente, ante su presencia solemos tener un sentimiento de temor y de rechazo. Todo porque la crisis duele, desubica, desencaja. Cuando estamos en ella se nos pone a la vista una encrucijada en la cual se nos ofrecen varias rutas... Unas nos llevarán por el despeñadero de la destrucción, de la desesperación, del estancamiento, de la parálisis. Otras, nos llevarán por el camino del progreso, de la prosperidad, del desarrollo personal y social. O se presenta la opción también de quedarnos en la misma encrucijada, viviendo en una eterna crisis de la cual nunca salimos al no tomar ninguna decisión...
Por eso, cuando ella se presenta hay que estar bien apertrechados mental y espiritualmente. Es necesario tener la "mente fría", pues cuando en las crisis no se toman las decisiones sosegadamente y bien pensadas, generalmente nos equivocamos y atraemos la desgracia a nuestras vidas. Y al no tener nosotros mismos todas las herramientas a la mano para poder tomar una decisión, es muy recomendable que nos acerquemos a quien nos puede dar un buen consejo. No es bueno quedarse solo en las crisis, pues en la soledad podemos recibir malos consejos de nosotros mismos: "Si un ciego guía a otro ciego, los dos caen al pozo". Y tener mucho cuidado de a quién nos acercamos para recibir el consejo. Debe ser una persona con criterio, con experiencia, con buenas intenciones, de la cual tengamos la seguridad de que no quiere sacar una "buena tajada" de la crisis... Y espiritualmente debemos tener mucha solidez, pues es fundamental que nuestro interior esté firme para que no se tambalee ni se deje llevar por los vientos del desasosiego o la desesperanza...
El mejor consejero para todos en cualquier situación de crisis es el mismo Jesús. Él nos dice que tengamos cuidado de las voces que nos quieran engañar. "Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes." Jesús mismo nos pone sobreaviso de la palabra que nos quieran dirigir quienes sólo buscarán su propio beneficio, quienes buscarán engañar revistiéndose de buenos, quienes nos lanzarán a los leones quedándose ellos al margen del conflicto. En medida menor, en cuanto al perjuicio que puedan hacer por venir frontalmente, pero dañinos también, cuando vengan claramente a hacernos daño los que nos consideren sus enemigos, quienes no nos consideren suyos, quienes quieran agredirnos por tener ideas y conductas diversas, quienes quieran arrasar con toda voz disidente... No es de ninguna manera recomendable dejarse arrastrar por ninguno de los dos grupos...
Lo cristiano es asumir la crisis como oportunidad de crecimiento, apoyándose bien y razonablemente en otros, principalmente en la Palabra de Dios y en su voluntad. Lo principal que debemos hacer es aguzar bien nuestros sentidos y nuestro espíritu. Unirnos más intensamente a Dios para que sea Él, con su inspiración, el que ilumine el camino correcto cuando estamos ante la encrucijada que debemos enfrentar. Él es quien ha permitido la encrucijada, es decir, la crisis, para que sirva para nuestro crecimiento, y por eso Él es el principal apoyo para saber cuál es el mejor camino para salir airosos. Él sabrá decirnos cuál es la ruta correcta para nosotros y en la cual serviremos mejor a la comunidad que vive también la misma crisis. No debemos desdeñar esa presencia de Dios en medio de la crisis. Él debe ser el primer invitado para que nos acompañe en el camino a fin de poder salir victoriosos.
Evidentemente, tenemos siempre que discernir nosotros mismos, a la luz de los consejos de otros y de la inspiración de Dios, cuál será el camino a recorrer. El criterio principal es el del crecimiento.La crisis será buena si nos decidimos por la ruta que nos hará mejores personas, que nos permitirá construir una mejor sociedad, que nos comprometerá con el bien de todos y no sólo con el de unos pocos, si el beneficio es real para que todos tengan una mejor vida, más humana, más justa, más fraterna y más santa...
Dios no permitirá que tengamos sólo opciones de rutas que no nos hagan crecer. Su amor misericordioso nos pondrá siempre a la vista caminos de crecimiento, por los cuales podremos andar para nuestro progreso. Pero respeta nuestra libertad, pues ese futuro, ese bien que debemos perseguir, nos lo debemos agenciar y construir nosotros mismos. No debemos esperar de Dios "milagritos" que nos allanen el camino. Sería una alcahuetería suya, pues ya Él ha provisto para nosotros la capacidad de discernir y de decidir, al darnos la inteligencia y la voluntad, a su imagen y semejanza... No vienen de Él las tentaciones al mal. Todo lo contrario, de Él vienen sólo las opciones para el bien. Es el mismo mal el que nos pone a la vista la maldad. Así nos lo dice Santiago: "Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie". Las opciones de Dios son sólo bien-bien. Es el mal que nos coloca las opciones bien-mal o mal-mal...
La palabra "crisis" es la raíz de la palabra "acrisolar", que significa purificar con el fuego. Es el proceso por el cual los metales preciosos se hacen más puros, para precisamente ser más preciosos. Es exactamente lo que debe suceder en la crisis. De ellas debemos salir "acrisolados", es decir, purificados, aunque sea al fuego, para poder presentar al mundo una vida más nuestra, más pura, más al servicio de los demás, y así lograr un sociedad mejor, más humana y más cristiana, en la que se vivan los verdaderos valores del Reino de Dios, que es al fin y al cabo lo que Él quiere para nosotros, porque es lo mejor...
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