miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Una humanidad hipócrita?

Muy pocas veces Jesús es tan inusitadamente fuerte con su palabra. Al dirigirse a los escribas y fariseos los coloca delante de sí mismos... Los descubre y los desnuda totalmente. Los escribas eran grandes conocedores de la ley. Eran estudiosos acuciosos de ella, y de ella extraían las exigencias para poder ser buen judío. Los fariseos eran los "santos", los "puros". Eso significa la palabra en arameo. Habían nacido como una especie de reforma del judaísmo, para retomar las sendas de la pureza religiosa, las exigencias del judaísmo primitivo y originario. Pero ambos grupos, con el correr del tiempo, se habían corrompido, habían adulterado su esencia, y se habían erigido en una especie de círculo de censura absoluta a quienes no pertenecieran a ellos. Y más grave aún, se habían sentido "autorizados" a no cumplir aquello que ellos mismos exigían a los demás.Aparentaban lo que no eran y exigían a los demás ser lo que ellos aparentaban ser pero no eran...

Y a Jesús no hay cosa que lo contraríe más que la falsedad de vida, la hipocresía, la incoherencia, la falta de transparencia. Es el aparentar ser buenos cuando se es, en lo más profundo, malo, ruin, impuro. Y eso eran los escribas y los fariseos. Jesús los llama "sepulcros blanqueados", pues son hermosos exteriormente pero podridos interiormente... ¡Qué terribles estas palabras salidas de la misma boca del que es la pureza por esencia! Estas palabras salen de quien ve al hombre no sólo en lo que es exteriormente, sino que descubre perfectamente el interior y sabe leer el corazón, la conciencia y las intenciones más profundas del hombre. No hay posibilidad de engañarlo...

Y así estamos todos delante de Jesús. Ante Él nos presentamos como lo que realmente somos. No podemos "barnizar" nuestro ser para pretender presentarle algo que no somos. Él nos descubre integralmente y sabe cuáles son nuestro amores, nuestras intenciones, nuestras pretensiones. Sabe qué es lo que nos mueve más profundamente, lo que se erige en nuestro tesoro y en nuestra motivación, lo que se ha convertido en nuestro ideal de vida. Por eso es absurdo pretender engañarle, como, lamentablemente, sí logramos hacerlo muchas veces con los que tenemos a nuestro alrededor...

¡Cuántos son los que creen que somos lo que realmente no somos! ¡Cuántos creen que somos mejores de lo que somos en realidad! ¡A cuántos hemos vendido una imagen que no es la nuestra, sino de alguien que hemos construido, como un "collage" de cosas buenas que no poseemos realmente! Estamos en un mundo en el que quizás lo más cotizado son los disfraces de carnaval, fuera del carnaval.

En todos los ámbitos encontramos gente que no son en realidad como los vemos. ¡Y cuánto daño hacen esos! Hacen que construyamos un mundo sobre bases endebles, sobre arena movediza, sobre espejismos inexistentes...

En la Iglesia conseguimos a quien "se da golpes de pecho", pero luego en su vida personal es un desastre. Su relación matrimonial va por sendas siempre tortuosas, es tirano en su familia, es infiel, se despreocupa de la formación de sus hijos, utiliza el tiempo que debe ser de su familia en diversiones, en juegos y en atracciones absurdas, es irresponsable en su trabajo, no deja pasar la ocasión de "aprovecharse" de alguna "cosita" a la que nadie echará en falta, ofende y humilla a quien está su cargo, vende su honestidad por unos cuantos céntimos... Tendrían mucha razón quienes dicen: "¿Yo ser como Fulano o Fulana, que se la da de cristiano y va a misa a darse golpes de pecho y luego es un desastre en su vida personal? ¡Qué va!"... Hacen mucho daño a lo que debe ser verdaderamente el testimonio de coherencia y de transparencia que logre arrastrar a otros a Jesús. Gracias a Dios, hay quienes sí quieren construir su vida en la solidez de la autenticidad, y dan un testimonio valiente, contra corriente, tenaz... Son mayoría. Pero la voz de la minoría hace más ruido, es más escandalosa...

Y en nuestra sociedad, lamentablemente, también conseguimos muchísimos que destruyen la confianza de tantos. Hombres y mujeres que han asumido un rol público, en el que deben dar lo mejor de sí para lograr una mejor sociedad, un mundo mejor, una mejor convivencia, pero que aparentando hacer lo mejor, realmente lo que hacen es aprovecharse de su rol para sacar buenas tajadas, para aumentar las cuotas de poder, para engordar sus bolsillos, para favorecer a los propios, para llenarse de glorias vanas y superficiales... Una sociedad que progresivamente se va deteriorando cada vez más, no lo hace por inercia. Lo hace porque algunos la van destruyendo. Y son aquellos que más influencia tienen en ella. La destruyen y nos arrastran a todos. ¡Cuántos profesionales pudieran lograr un cambio favorable en su campo, si cumplieran honestamente su labor! ¡Cuántos políticos podrían hacer que el bien fuera superior para todos, con sólo cumplir lo que la misma ciudadanía les ha encomendado, dejando a un lado sus apetencias personales! ¡Cuántas familias serían verdaderos bastiones de valores si sus miembros vivieran esa solidez en su interior! Es lamentable que cuando escuchamos discursos hermosos de quienes deberían construir una sociedad mejor, ya debemos hacer la traducción, pues tenemos que entender exactamente lo contrario... Hay quienes luchan por que las cosas cambien. Hay quienes quieren ser auténticos servidores y constructores de un mundo mejor... Son voces que gritan y que ocasionalmente se oyen y nos entusiasman de veras. A pesar de que las otras voces, las destructoras, pretendan acallarlas y en ocasiones las ahoguen totalmente...

Hoy Jesús no limitaría su reproche a los escribas y fariseos... O quizás nos incluiría en esa categoría a muchos de nosotros. Hoy Jesús gritaría a la humanidad "¡Hipócrita!". Y cuando lo hace no es simplemente para que nos demos cuenta y nos avergoncemos de lo que somos, sino para que, dándonos cuenta, pongamos el remedio. Jesús les llamó la atención a los escribas y fariseos, no para hundirlos en su maldad, sino para tenderles una mano y sacarlos de ella.

Si la humanidad hoy vive en la hipocresía, tiene también el remedio para salir de ella. Es urgente que se viva la coherencia en la fe y en los valores... Es urgente que oigamos a Jesús diciéndonos lo que somos y lo que podemos ser. Es urgente que hagamos de nuestro mundo un mundo de valientes que se decidan a arrastrar con su testimonio. Es urgente que detengamos la caída con la fuerza que nos da nuestra fe, nuestro amor y nuestra esperanza. Lo menos que podemos vivir los cristianos es el pesimismo. Si nos dejáramos llevar por él, sólo lloraríamos por Jesús muerto en la Cruz. Pero porque vivimos en la esperanza, podemos vivir la alegría plena al lado del Resucitado, que alcanzó la gloria pasando por la Cruz. Después de la Cruz, vino la Gloria. Eso mismo debemos procurar hacer todos. Nuestro mundo está en nuestras manos. Hagámoslo pasar del deterioro a la gloria, de la hipocresía a la coherencia, de la maldad a la bondad... Podemos hacerlo, pues tenemos la fuerza del Resucitado que nos prometió estar con nosotros hasta el fin...

2 comentarios:

  1. Por eso hay que tener AMOR A LA VERDAD, porque quien no ama la verdad, todavía no conoce. De ahí que sea imposible la vida social, producto de las mentiras que es la gran hipocresía de las que el Señor nos recordaba: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera (Cf. Mt. 23, 23-26) ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes (Cf. Mt. 23, 27 ss). Un Peligro que corremos nosotros, como el de los Farios y Letrados, es no dejar hacer al Señor lo que quiera con nosotros, el completo abandono en él, como se decía a sí misma la Santa: ""Desde hace tiempo no me pertenezco, me entregué del todo a Jesús... Es muy libre de hacer de mi lo que le plazca"" (Sta. Teresita del Niño Jesús).
    Señor, como nos recordó un día nuestro Papa Emérito Benedicto XVI: que no caigamos en la hipocresía religiosa de buscar el aplauso y aprobación del público, sino que seamos verdaderos discípulos tuyos de manera sencilla, simple y generosa.

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    1. Ese debe ser exactamente el espíritu que debemos vivir. Las palabras de Cristo deben servir para hacer revisión continua. De allí debe salir nuestro examen de conciencia. Sobre todo, a nivel de nosotros, pastores, que corremos siempre el riesgo de envanecernos... La gente necesita pastores humildes que les sirvan con el corazón limpio. Gracias por tu comentario, Williams... Dios te bendiga

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