Los encuentros de Jesús con los fariseos son terribles. Más bien se podría hablar de desencuentros. Jesús no guarda epítetos negativos contra ellos. Habían desviado totalmente su práctica religiosa, colocándola a su conveniencia siempre, de modo de poder sacar el mayor provecho personal posible. Su mira la habían tornado hacia la búsqueda de prebendas, de dominio sobre los otros y el abuso de poder, usando un arma tan baja como el infundir terror por medio de las cargas "espirituales", con manipulaciones y amenazas de castigos. La senda que habían tomado en el tiempo de Jesús era absolutamente contraria a la que dictaban sus orígenes. La secta de los fariseos había nacido en medio de la religión judía como una especie de "reforma" espiritual profunda que perseguía retomar la pureza de la fe y la rectitud en el obrar de sus seguidores. "Fariseo", traducido literalmente al español, significa "Santo", "Puro". Y esa era la ruta que querían seguir en su raíz, la de la santidad y la pureza. Pero, lamentablemente, sucedió lo que ha sucedido durante toda la historia. El "sabor" del poder y de la riqueza, cuando no se está interiormente sólido para saber administrarlos, obnubilan la mente y el corazón. Era muy "sabroso" dominar a los débiles y, sumado a ese dominio, aprovecharse de ellos para acrecentar los caudales propios.
Por supuesto, Jesús despreciaba en los más profundo de su ser esta conducta. Ante la pretensión de dominio y de aprovechamiento de los fariseos, sentía el impulso de poner en evidencia la mala práctica de ellos, saliendo en defensa de los miembros débiles y fieles del judaísmo. Les echa en cara su hipocresía, su falta de pureza interior, su maquiavelismo extremo, su falsedad, su ceguera espiritual. Y por encima de todo la ausencia total en ellos de justicia, de misericordia, de fidelidad y de transparencia. Se podía decir que en los personajes del fariseísmo está concentrada toda la maldad de la humanidad, denunciada por Jesús. Esta denuncia de Jesús se repite sonoramente también en nuestros días contra los nuevos fariseísmos, algunos más sutiles y refinados, demostrando la creatividad con la cual actúa siempre el mal...
Jesús denuncia la falta de justicia de los fariseos. La justicia es la virtud que nos inclina a dar a cada uno lo que le corresponde. A los líderes religiosos y políticos, como lo eran los fariseos, les correspondía dar a su pueblo fiel y creyente su guía como pastores y responsables. Les correspondía conducir al pueblo por los caminos de la fidelidad a Dios, principalmente con el propio testimonio. Debían estar al servicio de ellos y no ponerlos a su servicio como esclavos dominados y explotados. Y hacían todo lo contrario. Lo "justo" para ellos era aprovecharse del pueblo, abusando de su poder y esquilándolo como ovejas.
Jesús denuncia la falta de misericordia de los fariseos. La misericordia es la empatía total con el que sufre. Literalmente es "tener un corazón que se duele de la miseria del otro". Los fariseos tenían una falta total de misericordia, por cuanto por encima del que sufre, del que está enfermo, del oprimido, estaba el cumplimiento de la ley, en un empeño de despersonalizar totalmente los deseos de Dios de salvar al hombre por amor, y colocando falsamente la salvación en el cumplimiento vacío de normas y restricciones. Para ellos no es el hombre el centro de la fe sino el cumplimiento estricto de una ley vacía y dura.
Jesús denuncia la falta de fidelidad de los fariseos. Su fidelidad la debían solo al logro de sus objetivos ruines y bajos. Todo se hacía con tal de sacar siempre el mayor provecho personal posible. La fidelidad a Dios y a la religión que exigían a los demás, pasaba antes por los beneficios que se obtendrían, perfectamente calculados previamente por ellos. No había en ellos fidelidad a Dios, ni a la ley, ni a pueblo al que debían servir. La única fidelidad que los motivaba era a sus ansias de poder y de riquezas.
Jesús denuncia la falta de transparencia de los fariseos. Eran "sepulcros blanqueados", con una bella fachada que escondía la podredumbre de la carroña interior. Por eso critica el limpiar el vaso solo por fuera y no por dentro. Los fariseos tenían una presentación externa impecable pero por dentro eran totalmente impuros y sucios. El perfume exterior ocultaba el hedor de la impureza interior.
Es terrible la situación de los fariseos. Ante Jesús y ante su pueblo estaba muy comprometida su salvación. Por unas prebendas pasajeras y raquíticas ponían en riesgo su felicidad eterna. Contra ello iba directamente Jesús. Y en eso, con toda seguridad, Jesús no ha cambiado. Es buena ocasión de preguntarnos si pertenecemos al grupo de los modernos fariseos, o si somos de los que quieren ser de verdad de Jesús, viviendo la justicia, la misericordia, la fidelidad y siendo transparentes ante nuestro Dios y ante nuestros hermanos...
Dios lo bendiga padre
ResponderBorrarMonseñor gracias por su reflexion.
ResponderBorrarPrecioso...!!!
ResponderBorrarEsto nos enseña a ser como el Señor,a vivir con justicia y misericordia a imitarle siempre y vivir en la verdad de la mano de Dios; y no ser como los fariseos,nos invita a la conversión y a no ser oscuridad por dentro y claridad por fuera,a ser la luz de Cristo!!
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