La fábula que relata Yotán cuando Israel decide elegir un rey que dirija su destino, con lo cual, en cierta manera, manifestaba su desprecio hacia Yahvé, su único Rey, deja al desnudo al espíritu humano. Hay varias consideraciones que deben ser hechas al respecto. En primer lugar, es terrible que los hombres prefieran a un hombre sobre Dios. Especialmente si se piensa que ese Dios es quien ha dirigido los destinos del pueblo con el mayor tino, dejándose llevar siempre de su proverbial amor y su misericordia. En segundo lugar, es doloroso que quienes son más valiosos y pueden ofrecer mejores beneficios al pueblo por sus capacidades, en muchas ocasiones se niegan a servir, anteponiendo al beneficio de los demás, de sus hermanos, el beneficio propio y solo su propia conveniencia. En tercer lugar, constatar que generalmente quienes están siempre muy bien dispuestos a ejercer el poder sobre los demás, lo hacen motivados por intereses ocultos, egoístas, de dominio y sometimiento a los demás, creyendo que el servicio de autoridad es un servirse a sí mismos y pretendiendo que todos los súbditos estén también a su servicio. En cuarto lugar, percatarse de lo que sucede generalmente entre los "electores", que se dejan encandilar por promesas vanas, por sueños imposibles, por cantos de sirena, que magistralmente utilizan los interesados en llegar al poder.
Es un retrato perfecto de lo que ha sucedido en la humanidad desde tiempo inmemorial. La fábula pertenece al libro de los Jueces, en el Antiguo Testamento, con lo cual podemos suponer la longevidad de esta conducta. Pero, nos demuestra esto lo que es la conducta de los hombres, lo superficiales que somos en ocasiones, lo manipulables que seguimos siendo, lo cual quedó demostrado desde Adán y Eva, engañados por la voz meliflua del demonio. Seguimos poniendo nuestra esperanza en supuestos mesías, que no son más que lobos disfrazados de ovejas, que nos ofrecen soluciones mágicas a situaciones que no somos capaces nosotros mismos de enfrentar y resolver, aun teniendo la fortaleza, la inteligencia y la capacidad de hacerlo. No quiere decir esto que no se necesite quien dirija, quien lidere, quien organice. Esto es absolutamente necesario en una sociedad que requiere de orden y disciplina para seguir adelante con pie firme. Lo que quiere decir es que no hay que poner toda la esperanza en dioses pasajeros y mortales, que en muchas ocasiones pretenden serlo solo para enriquecer su peculio personal. Somos lamentablemente idólatras de los poderosos que nos ofrecen soluciones irreales...
La historia nos demuestra que escogemos a las zarzas con todo lo que ello implica. La zarza elegida en la fábula dice triunfalmente: "Si de veras quieren ungirme rey de ustedes, vengan a cobijarse bajo mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano". La zarza devora a quienes no le sirvan, a quienes no se le sometan. Y los destruidos son lo mejor del pueblo, los cedros del Líbano, signos de la belleza y la solidez de todos los árboles del bosque. La sociedad es la que sufre su propia torpeza. Es necesario que se tome conciencia de esto. Una sociedad se construye con el aporte y el compromiso de todos. Es responsabilidad de todos y de cada uno de sus integrantes. Cada uno a su nivel y cumpliendo su propia responsabilidad hacen que todo vaya mejor. No se puede abdicar de la propia responsabilidad para recostarse sobre otro y confiar ciegamente en el que puede destruirlo todo. Ha sucedido, lamentablemente. Pero al parecer no aprendemos de nuestras propias experiencias negativas. Asistimos a la repetición dolorosa de estos sucesos de destrucción de países, bajo la guía de los peores, que han llegado al poder ofreciendo villas y castillos, para luego demostrar que su pretensión simplemente era su propio acomodamiento, a costillas de un pueblo que ha puesto su confianza ilusionadamente en ellos, y destruyendo incluso sus esperanzas....
Es necesario que haya una reacción. La política es el arte de pretender la felicidad de la mayoría. Los cristianos, con nuestros valores sólidos y nuestro compromiso social bien entendido, estamos obligados a dar nuestro aporte para la buena conducción de la sociedad, estamos llamados a ser parte importante en este juego en el que no somos otra cosa que socios de Dios en la búsqueda de la felicidad para todos.
Me viene a la mente una frase de Facundo Cabral, quizá un poco dura, por cuanto puede generalizar una situación particular. Con el perdón, la coloco aquí: "Temo mucho a los pendejos, porque son muchos, y hasta llegan a elegir presidentes". No lo seamos. Seamos cristianos que asumen su responsabilidad y ponen su granito de arena para construir una mejor sociedad.
Excelente reflexión definitivamente tenemos que como cristianos protagonizar el cambio
ResponderBorrarMuy bueno,los cristianos seguimos creciendo.
ResponderBorrarMuy buena reflexión.
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